PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA
INSTITUTO DE ESPIRITUALIDAD
FORMACIÓN
DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LOS LÍDERES ECLESIALES
Presentado por
Néstor A. Briceño L, SDS
Roma, junio de 2001
INDICE
1.1 Definición
de lo que es la Inteligencia Emocional
1.3 Implicaciones
de la Inteligencia Emocional en la Vida del Ser Humano
1.4 Inteligencia
Emocional e Iglesia
2.2 El liderazgo efectivo y la inteligencia emocional
2.3 Características del Líder Cristiano
2.4 Volviendo la Mirada a la Humanidad de Jesús
3. FORMACIÓN AFECTIVA PARA LIDERAR
3.1 ¿Quiénes están llamados para liderar?
3.2 Algunos Medios Válidos de la Formación de la
Inteligencia Emocional en los Líderes Cristianos
4. UN MAYOR LIDERAZGO INTEGRAL QUE PRODUCE UNA VIDA
ECLESIAL MÁS TRINITARIA
APÉNDICE 1: Test de Inteligencia Emocional
En un tiempo en el cual los sentimientos y emociones toman cada día
mayor fuerza en el hombre y la mujer actuales, se encuentra el surgimiento de
una nueva conceptualización en el área de la inteligencia: la inteligencia
emocional. Este término introducido a mediados de la década de los 90, ha
invadido los diversos ámbitos de estudio social, impactando de forma favorable
aquella área relacionada con el liderazgo.
Por otra parte, se encuentra una evolución religiosa en la cual es cada
vez más importante la atención prestada al sentimiento religioso. Ya no se
puede evangelizar únicamente desde verdades doctrinales abstractas, sino que el
reto es lograr la evangelización de todo el ser humano para que pueda vivir
verdaderamente y con conciencia el primer y más importante mandamiento de
todos: Al Señor tu Dios amarás con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas; y amarás al prójimo como a ti
mismo[1].
Ciertamente los conceptos doctrinales del cristianismo pueden ser
fácilmente aprendidos en diversos cursos o mediante la lectura de distintos
libros que hablen sobre el tema, pero para llevar esos conceptos a la vida es
necesario, aparte de la gracia de Dios, algún conocimiento sobre cómo funcionan
las emociones humanas y actuar de manera que pueda ser tocada esta área del
ser.
Como base de la pedagogía evangélica se encuentra aquello que en
ciencias de la educación se conoce como el currículo paralelo, que
consiste en las enseñanzas implícitas no en el “qué” se transmite, sino el
“cómo” es la relación entre los distintos entes de la comunidad educativa. Ya
que el líder cristiano –y entiéndase por éste a todo aquel laico, religioso
consagrado o clérigo que ejerza un servicio de liderazgo dentro de la Iglesia-
debe ser una persona que dé testimonio continuo de su fe con sus hechos, es
necesario que aprenda a actuar con inteligencia de todo tipo, de manera que con
su vida no traicione aquello que predica.
Ése es el objetivo del presente artículo: lograr relacionar la
inteligencia emocional con el liderazgo eclesial para valorar la importancia de
la formación en aquélla área tan descuidada dentro de la formación de los
líderes actuales.
Se propone hacer una lectura contextualizada del artículo, para lo cual
se invita a realizar un continuo contraste con la propia experiencia y lo
leído, de manera tal que el lector pueda llegar a sus propias conclusiones.
Siempre al hablar de inteligencia se hace referencia al coeficiente
intelectual (IQ) que consiste en una serie de pruebas con las cuales se “mide”
la capacidad intelectual del individuo en cuanto a memoria, resolución de
problemas matemáticos, lógica de diversos tipos, cultura general, etc.
Sin embargo, haciendo seguimiento profesional a quienes han sido
grandes estudiantes, se ha comprobado que no tiene mayor éxito en la vida aquél
que en la universidad o la escuela logró las mejores calificaciones, o posee un
IQ mayor que los demás. Así comienzan diversas investigaciones en las cuales se
han buscado explicaciones al fenómeno de la poca relación entre IQ y éxito
personal.
Surgen
conceptos como inteligencia social, inteligencia interpersonal e inteligencia
emocional, los cuales están íntimamente relacionados debido a su base común
expresado en los siguientes elementos[2]:
a) expresiones de emociones verbales y no verbales tanto en sí mismo como en
otros,
b) la regulación de las emociones en uno mismo y en otros, y
c) el uso de las emociones para facilitar el pensamiento.
Ya nuestras abuelas definían estos tipos de inteligencia con la
sabiduría popular, al afirmar las distintas capacidades de sus nietos: “hay
inteligencia para todo...”
Por su parte la Teología ha manifestado las distintas áreas del
conocimiento humano con tres términos complementarios entre sí: ortodoxia
(correcto conocimiento de la verdad objetiva), ortopraxis (correcto actuar en
el orden ético) y ortopatía (expresión auténtica del amor basado en la verdad).
Así se plantean los tres campos que son abarcados por la fe como lo es el
intelectual – cognitivo, el ético – moral y el emotivo – afectivo.
Centrando el presente estudio en el objeto del
mismo, el campo emotivo – afectivo, se pasará a continuación a definir lo que
es la inteligencia emocional, pero no sin antes hacer una breve referencia a lo
que Goleman[3] llama el
Cerebro Emocional.
En su estudio sobre
la inteligencia emocional, Goleman ha ubicado un sector en el cerebro
denominado Amygdala al cual llega el estímulo recibido y controla la
respuesta emocional del cuerpo al mismo. El proceso, tal y como se muestra en
la figura 1[4], es muy
sencillo: el estímulo visual llega al tálamo, el cual distribuye la señal a la
corteza visual y de ahí, si la respuesta es de tipo emocional, viaja a la amygdala;
sin embargo, se produce otra señal en el tálamo que viaja directamente a la amygdala,
produciendo una respuesta más rápida y “sin pensar”.
Seguramente el lector está familiarizado con tests de coeficiente
intelectual, y alguna vez habrá sido sometido a tan famosas pruebas para
“medir” la inteligencia. A lo mejor ha comprobado por sí mismo el planteamiento
anterior sobre la no correspondencia entre QI y éxito en la vida. Pero la
inteligencia emocional es otra cosa, algo más difícil de medir y sin ningún
test definitivo por ahora, aunque las diversas pruebas pueden ayudar a tener
una idea sobre cómo se maneja ese aspecto en la propia vida. Por esta razón,
antes de continuar, se invita a resolver la prueba que se encuentra en el anexo
I. Luego de ver los resultados, el lector sabrá cuán necesario es o no para él
mismo los conceptos presentados.
¿Por qué es tan importante para el trabajo pastoral saber qué es la
inteligencia emocional? Seguramente esta pregunta ha resonado, sobre todo si se
parte del presupuesto que gran parte de la formación teológica actual es de
tipo positivista racionalista.
Como ejemplo, se presenta aquí una experiencia realizada en un pequeño
grupo de estudiantes de Licencia de la Universidad Gregoriana. Al ser expuesto
el presente tema, se pasó el test de Inteligencia Emocional (EQ) a los
compañeros del curso. Con sorpresa se constató que el 80% de los participantes
tenía como resultado menos de 80 puntos (el máximo es 200). No quiere decir que
sean resultados definitivos los de este sencillo test, pero es un indicio de no
saber conjugar la intelectualidad con la emocionalidad. Además, los resultados
del QE pueden ser mejorados mediante una asunción de conciencia de la
importancia del mismo.
Según
Goleman[5] la necesidad de la inteligencia emocional, a la vez de la habilidad
adquirida, se encuentra en los siguientes dominios:
1. Conocer las propias emociones: saber cómo se
encuentra uno emocionalmente momento a momento es la clave de la inteligencia
emocional. Así se puede ir desde la prevención de reacciones propias
indeseables hasta la comprensión profunda de sí mismo.
2. Manejar las emociones: el manejo de las propias
emociones y sentimientos es una habilidad que lleva a relativizar tanto caídas
como triunfos, dándole su propio peso a cada uno.
3. Auto motivación: los objetivos muchas veces pierden su encanto, y
por eso es necesario saber cómo poner las emociones al servicio de la
creatividad y de la auto motivación.
4. Reconociendo emociones en otros: no se trata únicamente
de saberse controlar, sino de vivir en empatía con los demás de manera tal que
se sepa reconocer los diversos momentos y oportunidades que ofrece el otro. Así
se puede valorar al otro desde lo que es y no desde el deseo propio de lo que
sea.
5. Manejando las relaciones: la habilidad de entrar en
continuo contacto con otros, desde la sinceridad y las propias convicciones
pero también dentro del respeto y apertura al otro, es todo un arte. Para ello,
reconocer las emociones que surgen en las distintas relaciones ayuda a entrar
en un contacto más profundo que puede ser purificado de elementos
perturbadores.
Uniendo los términos anteriores se define Inteligencia
Emocional como la habilidad para percibir, conocer y manejar las propias
emociones, así como la habilidad de reconocer, promover y motivar emociones en
otros con la finalidad del crecimiento intelectual y emocional de los
individuos.
El término inteligencia emocional y su definición integran al mismo
tiempo otros conceptos que comúnmente son confundidos, lo cual se evitará en
estas páginas. Para ello es necesario ubicar este concepto de inteligencia
emocional en el ámbito de estudio: la dinámica psicológica de la vida
espiritual.
Se parte en esta ubicación con la definición de afectividad dada por
Bernard, quien la presenta como la vida generada por la participación en la
vida divina. Será la afectividad, junto con la racionalidad, una de las bases
de la vida espiritual madura. Se define afectividad como “la
resonancia activa en la conciencia del viviente de su relación existencial con
el ambiente y su propio estado vital”[6].
Por
otra parte, siguiendo a Krech y Crutchfield[7],
el término emoción se refiere a un estado excitado del organismo,
reflejado en tres maneras diferentes:
o una experiencia emotiva que surge en el interior de la persona;
o un comportamiento emotivo, respuesta visible ante el estímulo;
o y unos cambios fisiológicos corporales como pueden ser la sudoración más
intensa o el latido más rápido del corazón, entre otros.
Frente a un estímulo determinado, la primera reacción del individuo es
la emoción, la cual viene configurada por las experiencias previas. Está claro
que el estímulo debe ser significante para producir una emoción en el
individuo, y el ser significante del estímulo vendrá relacionado si el mismo
constituye una amenaza o un apoyo para las necesidades y deseos del mismo
individuo. Esta emoción produce una acción ante la situación ambiental, la cual
viene expresada en dos reacciones: una psíquica (comportamiento emotivo) y otra
fisiológica (cambio fisiológico corporal).
Entonces, la emoción será la reacción producida en el individuo por un
estímulo que toque sus necesidades o deseos.
Ahora es necesario diferenciar entre necesidad y deseo. Para ello,
siguiendo a Akhtar[8], se ha
construido el cuadro 1, presentado a continuación:
Necesidad |
Deseo |
Universal |
Impulsado por la
experiencia |
No es sujeto de
represión |
Puede ser reprimido |
No puede ser
reemplazada por otra |
Puede ser reemplazado por otro |
Cuadro 1: Diferencia entre Necesidad y Deseo
Contrastando la necesidad con el deseo, se encuentran las siguientes
características que deben ser tomadas en cuenta en todo momento:
o La necesidad es universal, normalmente son básicas y su insatisfacción
puede causar enfermedades ya sean de tipo biológico o psíquico. Un ejemplo
claro de una necesidad es la alimentación: todo ser humano debe alimentarse
para vivir; si es reprimida se causa la muerte; no puede ser reemplazada en
ningún momento satisfaciendo otra necesidad.
o El deseo surge por el placer sentido que es reforzado e impulsado por
experiencias previas. Su insatisfacción no causa enfermedades, aunque si no es
bien comprendido puede llevar a la frustración. Con una buena motivación puede
ser cambiado por otro deseo. Un ejemplo claro es el del niño que desea un
helado de chocolate, pero no es posible que lo coma en ese momento, así que la
madre busca todos los caminos ingeniosos para convencerlo de comer otro dulce
en lugar del helado; el niño quedará contento aunque su deseo inicial no ha sido
satisfecho.
Necesidades y deseos son el motor de la vida afectiva, ya que esta
última se configura por la jerarquización que hace el individuo de los
primeros. Así, la vida afectiva, que es a fin de
cuentas la historia del propio individuo, se va formando lentamente por medio
de la interacción entre el individuo y el ambiente.
El papel de la inteligencia emocional en todo este complejo panorama,
es relacionar las necesidades, deseos y sus correspondientes estímulos para el
individuo con las emociones y reacciones producidas en el mismo, para lograr
una sana configuración de la vida afectiva.
Como se ha podido intuir, la inteligencia emocional juega un papel
verdaderamente importante en la vida del ser humano hoy en día. Esta área de la
vida se hace presente desde las pequeñas decisiones de cada día, como el color
de la camisa que se vestirá, hasta las grandes opciones de vida, como lo son
aquellas de tipo vocacional.
Para ilustrar la importancia de la inteligencia emocional en la vida
diaria, se cita el trabajo de Fehr[9],
en el cual la autora comprueba que en su mayoría la gente común se compromete
con mayor intensidad con una persona que con estructuras o ideas. Así mismo
señala que el amor se hace presente y da fuerza al compromiso adquirido.
¿Cómo dejar por fuera, entonces, este tipo de formación emocional que a
la larga se convierte en tan importante como la formación intelectual?
Esta pregunta se la han hecho diversos investigadores que trabajan en
el área de gerencia, comprobando que hoy en día el QE es requerido con mayor
énfasis en el campo laboral que el QI. Tanto más importancia tendrá el QE si se
trata de roles que requieren ciertos liderazgos, en los cuales es mucho más
importante la capacidad relacional del líder que la capacidad teórico
intelectual.
Pero hablar de formación de la inteligencia emocional no es aislar ésta
de los demás tipos de inteligencia existentes. Se debe lograr un proceso que
armonice el desarrollo de todo el individuo como tal. Para facilitar esta
labor, Gardner distingue siete tipos de inteligencia[10]: 1) la capacidad verbal, 2) la aptitud
lógica-matemática, 3) la capacidad espacial, 4) el talento kinestésico, 5) las
dotes musicales, 6) la inteligencia interpersonal y 7) la inteligencia
intrapsíquica.
Como se puede notar, los cuatro primeros tipos de Gardner se ubicarían
en la tradicional inteligencia racional, mientras que los tres últimos (siendo
los dotes musicales un puente entre la ciencia y el arte) serían del tipo
emocional.
Pero continuamente el sujeto se encuentra afectado por diversos
estímulos que producen diversas emociones. Así Mayer[11]
presenta los siguientes estilos para manejar las emociones, presentes en
diversas personas:
1) cuando somos conscientes de nosotros mismos y manejamos nuestras
emociones,
2) cuando nos sentimos atrapados en nuestras emociones, y
3) cuando percibimos y aceptamos las emociones.
De las tres formas de manejar las emociones, es obvio notar la primera
como aquélla que señala una mayor madurez emocional, en la cual el individuo es
capaz de ser dueño de sí mismo, mientras que en la segunda y tercera el
individuo se deja llevar por los “estados de ánimo”, dejándose llevar en un
caso por las emociones negativas, mientras que en el otro simplemente las viven
y las aceptan sin hacer nada para cambiarlas.
Bernard presenta un gran reto: pasar de la emoción a la vida afectiva[12].
Esto implica saber recuperar la riqueza de la emoción, transformándola en
sentimiento y dándole un sentido de trascendencia (con motivos racionales)
dentro de la configuración personal del individuo. Es un proceso arduo y lento,
en el cual se debe comenzar por aceptar las propias emociones, pasando luego al
control de las mismas, terminando en el trabajo constante por suscitar
sentimientos positivos.
En esta dura tarea de educar la vida afectiva, Goleman[13]
presenta el esquema de competencias emocionales. Entendiendo competencia
emocional como una capacidad aprendida basada en la inteligencia emocional
que lleva a un mejoramiento de la práctica laboral, se encuentran dos áreas de
esta competencia: la competencia personal y la competencia social. Estas dos
competencias están conformadas por cinco elementos, uno de los cuales puede
dominar en determinado individuo, haciéndolo capaz para cierto tipo de tareas.
En el cuadro 2 se presenta el esquema de competencias emocionales.
Competencia
personal: Determinan cómo nos manejamos a nosotros
mismos o
Alerta de sí mismo
(Self-Awareness): Conocimiento de los propios estados internos,
preferencias, recursos e intuiciones. §
Regulación emocional: Reconocimiento de las
propias emociones y sus efectos. §
Precisa auto ponderación: Conocimiento de las
propias fortalezas y límites. §
Confianza en sí mismo: Sentido fuerte de
autovaloración y capacidades. o
Auto regulación
(Self-Regulation): Manejando los propios estados internos, impulsos y
recursos. §
Autocontrol: Cuidando y las emociones
abruptas y controlando los impulsos. §
Confiabilidad: Manteniendo estándares de
honestidad e integridad. §
Conciencia: Asumiendo responsabilidades para
ejecutar personalmente. §
Adaptabilidad: Flexibilidad en el manejo del
cambio. §
Innovación: Estando cómodo con nuevas ideas,
aproximaciones y nueva información. o
Motivación
(Motivation): Tendencias emocionales que guían o facilitan el alcanzar
metas. §
Impulso al logro: esforzándose por mejorar o
alcanzar estándares de excelencia. §
Compromiso: Alineándose con las metas del
grupo u organización. §
Iniciativa: Disponibilidad para actuar en las
oportunidades. §
Optimismo: Persistencia en la persecución de
metas, a pesar de obstáculos y retrocesos. |
Competencia Social: Determinan
cómo nos manejamos en nuestras relaciones.
o
Empatía
(Empathy): Alertan sobre los sentimientos, necesidades y preocupaciones de
los demás. §
Entendiendo a otros: Percibiendo los
sentimientos y perspectivas de los otros, y tomando un interés activo en sus
preocupaciones. §
Desarrollo de los otros: Percibiendo las
necesidades de desarrollo de los demás y potenciando sus habilidades. §
Orientación de servicio: Anticipando,
reconociendo y encontrando las necesidades de los clientes. §
Potenciando la diversidad: Cultivando
oportunidades en los diferentes tipos de personas. §
Alerta política: Leyendo las corrientes
emocionales de un grupo y sus relaciones de poder. o
Habilidades sociales (Social
Skills): Destreza para inducir respuestas deseables en los otros. §
Influencia: Trazando tácticas efectivas de
persuasión. §
Comunicación: Escuchando abiertamente y
enviando mensajes convincentes. §
Manejo de Conflictos: Negociando y resolviendo
desacuerdos. §
Liderazgo: Inspirando y guiando individuos y
grupos. §
Catalizador del cambio: Iniciando o manejando
cambios. §
Construcción de relaciones: Nutriendo
relaciones instrumentales. §
Colaboración y Cooperación: Trabajando con
otros hacia metas compartidas. §
Capacidades del trabajo en grupo: Creando
sinergia de grupo en la consecución de metas colectivas. |
Cuadro 2: Esquema de las Competencias Emocionales (Goleman, 2000, 26-27)
Como introducción a esta parte se presentan tres casos basados en la
realidad, en los cuales sus protagonistas han utilizado, sin ser conscientes de
ello, un alto grado de inteligencia emocional. Así como éstos, son múltiples
los casos que se pueden encontrar en la geografía eclesial; sirvan éstos
solamente de ejemplo ilustrativo.
Caso 1: Los diablos danzantes.
En Venezuela hay una pequeña población llamada Yare, famosa por sus
diablos danzantes que, desde los tiempos de la colonia, salen el día de Corpus
Christi en procesión como una promesa que ha pasado de generación a generación.
La preparación comienza desde la Pascua, con la elaboración de las máscaras, la
práctica de los bailes y demás. La procesión es muy particular: el día de
Corpus, sale en procesión el Santísimo Sacramento llevado por el sacerdote por
a través de todo el pueblo, haciendo las estaciones en las casa previstas;
durante todo el recorrido, los diablos van bailando y “cayendo” alrededor del
Sacramento. Claro, que estos diablos ya han estado bebiendo licor desde la
noche anterior (como parte de la tradición), lo que les da más “soltura” para
el baile. Al llegar a la puerta de la Iglesia, todos los diablos caen al suelo
y no pueden entrar en el templo, dejando que el resto del pueblo pase a adorar
al Salvador.
Imagínese que llega un nuevo sacerdote al pueblo en tiempo de Pascua y
encuentra toda la preparación para la gran fiesta de los diablos danzantes.
¿Cuál sería la actuación que toma en cuenta la inteligencia emocional?
El sacerdote se reúne con la gente del pueblo para que le explique la
tradición y comprende que, dentro de aquello que podría pensarse está revestido
de paganismo, hay una profunda expresión de religiosidad popular: dejar que el
Señor en el Sacramento del Altar visite el pueblo para que los demonios caigan
a su paso. Así prepara la procesión con la cofradía encargada, pero también
aprovecha para hacer unas pequeñas reflexiones catequéticas en cada parada. Con
un poco de inteligencia emocional, ha sido aprovechada la ocasión para unir tradición
popular y dogma.
Caso 2: Un superior sin personal adecuado.
Este
segundo caso también es muy común. Un superior provincial que comienza su
período, recibe la renuncia de un anciano sacerdote que trabajó durante muchos
años asesorando tres pequeñas escuelas parroquiales que funcionan en zonas de
la provincia religiosa. Claro, debido a la edad y por cargar él solo con este
trabajo, otros se aprovecharon e hicieron de las escuelas lo que quisieron.
Así, cuando recibe el provincial la renuncia se encuentra con el gran problema
de no tener miembros preparados para asumir dicha tarea, a parte del rechazo
generalizado a trabajar en esta obra debido a la cantidad de problemas que
existían en la misma. ¿Qué puede hacer este superior? ¿Exigir el voto de obediencia
a alguno de sus “súbditos” y enviarlo a trabajar sin escucharlo?
La solución dada fue la siguiente. En primer lugar, el superior se
entrevistó con los distintos miembros de la provincia (tampoco eran muchos,
apenas unos 15) y realizó un sondeo sobre la posibilidad de trabajar en las
escuelas. El panorama no fue alentador: nadie deseaba trabajar allí. Sin
embargo, encontró que un miembro había trabajado durante algún tiempo como
catequista en un par de las escuelas, por lo que las conocía mejor que los demás.
Conversando nuevamente con este miembro, lo animó a irse involucrando poco a
poco en ese trabajo. Convocó a una nueva reunión de la junta directiva de las
escuelas y, con la intención de acompañar de cerca al joven religioso, el
superior junto con este religioso pasaron a formar parte de esa junta. Así,
poco a poco va aprendiendo el trabajo y se va encargando el joven religioso de
la asesoría de las escuelas.
Caso 3: Catequesis sin catequistas.
En una zona de una parroquia muy grande (diez zonas pastorales con sus
respectivas capillas) trabajaba un grupo de hermanas y las acompañaba en la
pastoral ocasional un joven religioso que, con permiso de sus superiores y como
parte de su proceso de formación, semanalmente compartía en ese sector. Las
hermanas llevaban dos grupos de catequesis familiar (estas son catequesis que
se dan tanto a padres como a niños en grupos separados). Estos dos grupos
funcionaban en distintos sectores de la zona pastoral.
Coincidencialmente, para la fecha de ordenación del religioso, la
hermanas ya se encontraban mudándose a otro sector. Por lo tanto, para no dejar
sin atención pastoral esa zona, este joven se ofreció para atender en lo
posible la capilla en cuestión, lo que le fue concedido sin que por ello dejara
de atender otras responsabilidades. Así, el tiempo para atender era limitado y
pronto encontró que no tenía catequistas para las catequesis y él mismo no las
podría atender como lo habían hecho las hermanas. Otro inconveniente era que
este joven sacerdote no tenía experiencia en la catequesis familiar. ¿Qué
solución era viable para llevar adelante esta labor y no dejar sin catequesis a
esa zona pastoral?
El joven sacerdote retrasó por cuatro meses las inscripciones a las
catequesis, y en ese tiempo se dedicó a conformar el equipo de catequistas:
algunas señoras que habían ayudado a las hermanas, otras que habían participado
en la pastoral en tiempos anteriores y otras que participaron en las catequesis
los años anteriores y deseaban colaborar. En total era un equipo de 14 personas.
Por otra parte, se encargó de animar a un compañero que llevaba años
participando en la preparación de catequistas para este tipo de catequesis
familiar y concretó con él la posibilidad de encontrar juntos en una reunión a
las nuevas catequistas. De ese encuentro surgió el compromiso de realizar una
reunión semanal en la cual se formaran las catequistas y a la vez se trabajaran
aspectos organizativos. Comenzaron las catequesis y las reuniones continuaron,
llevando una formación apropiada. Al año siguiente, se integraron nuevos
catequistas y ya eran cuatro centros de catequesis los que se tenían en la
zona. Se involucró a un estudiante de teología que se encargó de animar las
catequesis, visitar los grupos, etc. y el grupo de catequistas, poco a poco se
fue convirtiendo en una pequeña comunidad eclesial.
Normalmente, en la Iglesia existe un problema de bipolaridad entre la
ortodoxia (correcto pensar) y la ortopraxis (correcto actuar), pero se olvida
lograr el equilibrio mediante la inclusión de la ortopatía (correcto sentir).
Así se encuentran religiosos y religiosas que se sienten oprimidos por el voto
de pobreza, o sacerdotes que por falta de una espiritualidad más afectiva
llenan sus vacíos faltando a la castidad, o tantos que han gastado su vida por
la misión de la Iglesia pero en sus rostros denotan la ausencia de plenitud
profunda...
Los esquemas de una fe basada únicamente en la razón ya están
desgastados. El hombre contemporáneo ha redescubierto la importancia de la vida
afectiva, de la experiencia vivida de la fe. Por eso se hace necesario una
personalización de la doctrina a nivel afectivo que lleve a vivir la realidad
de ser hijos de Dios[14],
haciendo propia la vida teologal mediante una afirmación entre el Trascendente
y el ser, dando nuevo sentido a la realidad simbólica sacramental de la cual se
nutre esta relación[15].
Así lo han atestiguado los grandes maestros espirituales como Teresa de Ávila,
Juan de la Cruz y Teresa de Lisieux, entre otros.
Tal y como apuntan algunos autores[16],
los organismos vivos sienten. La Iglesia es una organización viva, con
sentimientos propios que han ido surgiendo en cada época de su historia,
configurándola hasta llegar su forma actual.
En la historia de la Iglesia se ha considerado peligroso el sentir,
debido al efecto que los afectos desordenados ejercen sobre el individuo. Así
se pasó de un período de sano sentir (Iglesia primitiva, primeros padres) a un
período de “represión” de las emociones. Sin embargo, siempre han existido
voces proféticas que desde la vivencia intensa de la mística han logrado unir
doctrina, acción y sentimiento. Últimamente, a la par del mundo contemporáneo
se rescata la Teología Afectiva, para lo que se hace necesaria una educación en
la inteligencia afectiva.
La Iglesia no pretende constituirse en la única instancia interactuante
con el individuo[17], pero sí
como instancia de salvación. Esto implica que todo el hombre ha de ser salvado
en los diversos aspectos de su vida.
Para lograr una evangelización verdaderamente efectiva, todo el hombre
debe ser imbuido del Espíritu de Cristo. Así, su intelecto, su quehacer y su
sentir deben ser como los de Cristo: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo
Jesús”[18],
dice el apóstol.
Por ello, la Iglesia se debe preocupar por ser una comunidad en la cual
el individuo encuentre apoyo para satisfacer sus áreas de necesidades básicas.
Akthar[19]
señala algunas necesidades psicológicas básicas:
o la necesidad de satisfacción legítima de las necesidades físicas,
o la necesidad de identidad propia, reconocimiento y afirmación,
o la necesidad de fronteras interpersonales e intrapsíquicas,
o la necesidad de entendimiento de las causas de los eventos, y
o la necesidad de respuestas amplias por parte de los objetos amados bajo
circunstancias especiales.
La insatisfacción de alguna de las necesidades básicas mencionadas
anteriormente puede traer diversos problemas, los cuales se ven expresados
comúnmente tanto en laicos como en consagrados.
Uno de los problemas más frecuentes presentado en la vida laical es
aquél referido a la separación hecha entre fe personal e Iglesia. Muchos laicos
manifiestan tener fe en Dios, pero no son atraídos ni participan en la vida
eclesial, debido a la masificación que ven en algunos ambientes pastorales,
donde el individuo no es tomado en cuenta. De allí, y tomando en cuenta el
estudio de Fehr[20]
anteriormente citado sobre el compromiso de la gente sencilla y su mayor
efectividad cuando hay relaciones afectivas de por medio que cuando se basan en
estructuras que sostienen ideas intelectuales, se encuentra la necesidad de
comprender la vida eclesial como la relación con Dios, con la Comunidad y con
uno mismo.
Otro de los problemas graves en este sentido, es la malformación de la
vida afectiva actual propagada por los medios de comunicación social. Los diversos
medios en sus distintos formatos presentan una disminución de los términos
afectividad, amor, sexualidad y otros, de manera simplista y vulgar. Lejos de
contribuir a una formación del control emocional que lleve a fundamentar la
vida afectiva, promueven la sensibilización continua del individuo, fomentando
una cierta inestabilidad emotiva.
Por otra parte, la vida religiosa y sacerdotal no se encuentra exenta
de esta problemática de la afectividad. Como primer punto, se encuentra el
esquema de formación utilizado aún en muchas congregaciones y seminarios, el
cual reduce el tema de la afectividad al tratado sobre la castidad. Ciertamente
la castidad es parte importante de la vida afectiva del consagrado, pero no lo
es todo. Hay otra serie de aspectos, usualmente descuidados, como lo son las
relaciones interpersonales en la comunidad religiosa[21],
trato con el otro sexo, responsabilidad ante la vida, continuidad y constancia
en el actuar, maduración social y aceptación de la diversidad, entre otros[22].
Otro de los problemas que se encuentran es en el
campo de la obediencia. Muchos superiores piensan que su labor es meramente
estratégica: para estas estructuras el trato de la persona es como el dado a
una pieza de ajedrez y no como a una persona. Se plantean traslados y cambios
sin escuchar al “súbdito”, sino únicamente viendo las necesidades
“organizacionales”. Así se dejan de lado las necesidades y deseos personales
más que por una propia opción, como una imposición.
Todos estos
problemas apuntan hacia la ausencia de una creencia integrativa entre lo
intelectual y lo afectivo, para que aquello que se piensa se viva realmente. Es
un equilibrio al cual se debe tender tanto de manera personal como comunitaria,
tal como se esquematiza en el dibujo 2, donde el cerebro representa lo
intelectual, el corazón lo afectivo, y el brazo la acción.
Para lograr una mayor integración entre inteligencia emocional e
Iglesia, Peñas[23] propone
varias áreas:
1. Inteligencia
Emocional y Sacramento del Matrimonio: preparando a las parejas tanto doctrinal
como afectivamente para la vivencia del sacramento;
2. Inteligencia
Emocional y Sacramento de la Reconciliación: haciendo del encuentro con el
penitente una verdadera acogida donde se sienta que la madre Iglesia ayuda a
levantarse del pecado;
3. Inteligencia
Emocional y Sacramento de la Eucaristía: actualizando la entrega con gestos y
símbolos que lleven a la comunidad a “hacer esto en memoria mía”;
4. Inteligencia
Emocional y Refundación de la Vida Religiosa: donde se observe y respete la
hermosa sinfonía que surge del cruce de las melodías de los carismas
institucionales y personales;
5. Inteligencia
Emocional y Vivencia de la Oración: potenciando la realidad del encuentro entre
Dios y el alma, al mejor estilo de los místicos de todos los tiempos.
En estas páginas se señala una nueva dimensión: Inteligencia Emocional
y Liderazgos en la Iglesia.
Al poseer la Iglesia una estructura esencialmente jerárquica[24]
se ve con facilidad la importancia de quienes ejercen algún liderazgo en ella,
así como la necesidad de vivir la afectividad en el ministerio, tanto por un
afectar como dejarse afectar por Dios, los hermanos y los propios sentimientos[25].
A continuación se presenta una breve introducción sobre el liderazgo en
la Iglesia, partiendo de la definición del mismo y la presentación de dos tipos
contrastantes de liderazgo para concluir presentando las características más
resaltantes del liderazgo de Jesús de Nazaret.
La bibliografía sobre teorías de liderazgo es muy amplia y abarca
diversos puntos de vista. En ella se encuentran variadas definiciones de líder.
Tomando los elementos comunes de esas definiciones resulta la siguiente: Liderazgo es la acción realizada por una persona que
motiva, anima y guía hacia un horizonte trazado en conjunto, potenciando tanto
los valores individuales como comunitarios.
También son muchas las discusiones desarrolladas sobre los diversos
tipos de liderazgo[26],
por lo que para no perder el rumbo de estas páginas, sólo se presentará aquí
aquella realizada por D’Souza[27]
por estar centrada en los dos aspectos de mayor relevancia para este estudio:
el liderazgo tradicional centrado en quien lo posee y el liderazgo orientado
hacia las necesidades del grupo.
Se ha optado por presentar las características de estos dos tipos de
líderes puesto que se ve claramente cómo el llamado liderazgo tradicional
carece de inteligencia emocional, mientras que en el liderazgo orientado hacia
el grupo son aplicadas los contenidos prácticos de este tipo de inteligencia.
En el cuadro 3 se presenta una comparación entre estos dos tipos de liderazgo.
Base
para la comparación
|
Tradicional |
Orientado
hacia el grupo |
1. Responsabilidad por la eficiencia del
grupo. |
Líder responsable. |
Responsabilidad compartida por el grupo. |
2. Control sobre la selección
final. |
Control realizado por el líder. |
Responsabilidad compartida por el grupo. |
3. Importancia de la posición de
poder como fuente de influencia del líder. |
Enfatizada y guardada con cuidado. |
Desenfatizada. |
4. El líder observa el grupo. |
Como conjunto de individuos. |
Como entidad de integración colectiva. |
5. Funciones orientadas hacia la
tarea. |
Realizadas sólo por el líder. |
Compartidas por el grupo. |
6. Funciones de mantenimiento
del grupo. |
No realizadas sistemáticamente. |
Enfatizadas y compartidas por el grupo. |
7. Procesos e interacciones
socioemocionales. |
Casi siempre ignoradas por el líder. |
Observados de cerca por el líder. |
8. Expresión de las necesidades
y sentimientos de los miembros. |
Desalentada por el líder; énfasis sobre el
análisis de los objetivos. |
Alentada
por el líder y tratada en las reuniones del grupo |
Cuadro 3: Comparación del Liderazgo Tradicional con el Liderazgo
orientado hacia el grupo (D´Souza, 1996, 37)
Por su parte Goleman[28]
plantea las siguientes características que deben estar presentes en el líder
que emplea la inteligencia afectiva:
o articula y contagia entusiasmo por la visión y la misión compartidas;
o da un paso adelante para liderar como sea necesario, sin buscar una
posición;
o guía la ejecución de otros mientras los sostiene contando con ellos;
o lidera con el ejemplo.
Se observa claramente la necesidad de pasar de un modelo autocrático de
liderazgo a otro tipo en el cual el líder sea un motor que anime a los demás a
desarrollar las diversas capacidades que en él se encuentran, cubriendo las
necesidades presentadas por cada uno de sus miembros.
Se llama liderazgo efectivo a la capacidad que posee el líder para
lograr que el grupo alcance los objetivos y metas que se ha trazado, tarea con
la cual se satisfacen las diversas expectativas personales y grupales.
Por otra parte, algunos estudios han demostrado que aquellas personas
que han perdido las capacidades del cerebro emocional (por lo tanto no tienen
emociones) les es imposible tomar decisiones, por lo cual no pueden ejercer un
buen liderazgo. Partiendo de ese dato, George[29]
encuentra las siguientes relaciones entre liderazgo efectivo e inteligencia
emocional:
o Desarrollo de un sentido colectivo de metas y objetivos, y cómo
alcanzarlos: El líder debe ser capaz de leer las emociones presentes en el
grupo, así como el uso de las propias emociones para comprender los retos,
tareas y oportunidades que se presentan en la organización. También debe poseer
la habilidad de transmitir los estados de emociones positivas para envolver a
los demás en las tareas de la organización. Es un buen comunicador.
o Transmitir a otros conocimientos y apreciación de la importancia de las
actividades laborales y sus comportamientos.
o Generación y mantenimiento de la emoción, entusiasmo, confidencia y
optimismo en una organización, así como la cooperación y confianza. Capacidad
de anticipar reacciones. Capacidad de distinguir entre las emociones
experimentadas y los verdaderos sentimientos. Favorecer el pensamiento
constructivo.
o Promover la flexibilidad en las decisiones y el cambio: Conociendo las
propias emociones y las de otros, el líder puede construir rápidamente escenarios
alternativos que tomen en consideración el estado anímico del mismo. Un
problema no se ve igual desde un estado de ánimo alto que cuando se poseen
emociones negativas.
o Establecimiento y mantenimiento de una identidad significativa para una
organización: La cultura organizacional está relacionada con los sentimientos
que tengan los individuos hacia la misma organización.
La relación que vive el líder cristiano entre su fe y su capacidad de
liderazgo es continua, tanto cuando se encuentra en actividades eclesiales como
en aquellas del mundo. Su ser cristiano le da un matiz particular a la manera
como ejerce su liderazgo.
Así, la labor más importante de este líder cristiano es lograr la
armonía en la sinfonía de la historia que se presenta a tres voces:
o la Voluntad de Dios (a quien se debe fidelidad en todo momento),
o las necesidades y deseos de los individuos, y
o los proyectos (misión y visión) de la comunidad religiosa.
En todo caso, los puntos dos y tres (individuo y comunidad) apuntan
hacia el primero (Dios), quien es la voz a ser destacada en todo momento.
Se repite una vez más el reto de nuestros tiempos: pasar de un
liderazgo inmóvil (de la época de la modernidad) a un liderazgo que sea capaz
de lidiar con los aspectos de la postmodernidad: colegialidad, subsidiariedad,
delegación de autoridad, corresponsabilidad, sensibilidad hacia los intereses
de la sociedad, decisión participada y diálogo.
Fernández Martos[30]
ha propuesto doce tareas esenciales para llevar adelante el liderazgo religioso
hoy. Estas tareas son: señalar la dirección hacia donde va el grupo, integrar y
conciliar de manera sinergética los fines y valores grupales con los
personales, servir y unir a los miembros entre sí, discernir junto con los individuos
y el grupo la voluntad de Dios, inspirar y animar con imaginación y creatividad
para ser fieles a la misión, cuidar de las personas, delegar la autoridad,
planificar y evaluar el camino recorrido, tomar decisiones, tomar riesgos,
favorecer un sano pluralismo, acoger la crítica y la reacción de los hermanos
de camino.
Todas estas tareas las debe hacer el líder, como lo apunta Gray en su
metáfora[31], con la
Cabeza, las Manos y el Corazón:
·
Cabeza: es necesario formar el intelecto para ser
fieles a la Alianza establecida entre Dios y el hombre. Una formación que lleva
a la comunicación, integración y entrenamiento de líderes. Esto permite un
diálogo de nivel entre cultura y Evangelio, permeando la realidad humana de la
verdad del Evangelio.
·
Manos: En este sentido, el líder debe inducir a
asumir la tarea que ha sido comenzada por otros, enriqueciéndola con los
aportes propios de los nuevos miembros.
También es tarea importante el animar a la auténtica apropiación del
carisma tanto por los nuevos religiosos como por parte de los laicos.
Esta forma de actuar implica tres cosas:
1.
tener en cuenta a todos los miembros tanto en la
vida como en el pensar;
2.
enfrentar los problemas pastorales en conjunto con
los demás miembros de la comunidad eclesial;
3.
abrir el diálogo entre fe y cultura, dando espacio
a nuevas propuestas que sean viables para responder efectivamente a los retos
de hoy.
·
Corazón: Animar los corazones desde el corazón,
desde la experiencia de la fe vivida en la cruz y resurrección de Cristo con la
cual se ha iluminado el sentido de la propia vida.
Pero aún no se ha mencionado el elemento principal del líder cristiano:
el seguimiento de Jesús y el Evangelio, confrontando continuamente su persona
con el liderazgo que muestra Jesús en el servicio y la misericordia. De esta
manera se identifica más Jesús con un líder “siervo” de los demás que con un
líder “dueño” de sus seguidores.
En esta dimensión cristiana, la base efectiva del liderazgo de Jesús se
encuentra en tres aspectos fundamentales:
·
la autoridad de su enseñanza ya que palabra y
acción eran unidad[32];
·
conciencia de su misión como siervo, lo que le
lleva a unificar su sentir con el sentir del Padre[33];
y
·
cercanía a sus seguidores y amistad con sus
discípulos[34].
Los Evangelios están llenos de las expresiones de emociones y afectos
de Jesús: desde el dolor y la tristeza por la muerte del amigo[35],
hasta la compasión por ver a tanta gente reunida y sanó a los enfermos[36],
pasando por la ira sentida al ver el templo lleno de vendedores[37].
Con las bienaventuranzas[38],
Jesús da un nuevo sentido a las emociones y sentimientos, llenándolos de
trascendencia. Es un canto a la solidaridad con quien sufre y a la entrega al
verdadero amor a Dios y al prójimo.
En su manera de vivir y de orar, Jesús enseña una nueva forma de
relacionarse con el Padre: Dios habla desde su corazón al corazón del hombre.
Esto implica una relación interpersonal entre Dios y el hombre, así como Jesús
la tuvo con quienes le rodeaban (la samaritana, por ejemplo), hoy la mantiene
en el Espíritu Santo con nosotros.
Desde esta perspectiva de ver la creación con la mirada en Jesús, se
puede afirmar que ya no hay emociones “malas” ni emociones “buenas”, sino
emociones que dependiendo como sean manejadas serán santas o no. Es el hombre
quien tendrá la tarea de darle un sentido trascendente a aquellas emociones que
surjan en él, siendo invitado a dirigir todas las fuerzas de su ser a la
construcción del Reino de Dios.
En un esfuerzo por integrar el Cristianismo y las perspectivas
psicológicas sobre las emociones, Basset y Hill[39]
plantean en su modelo ACE de emociones la posibilidad de manejarse de manera
complaciente o displaciente a Dios.
El modelo es llamado ACE (figura 4) debido a los tres elementos que
asume son contenidos en las emociones: Agitación o actividad psicológica,
Cognición y Expresión.
En un primer momento surge la emoción, como ya se ha
explicado, por la conjunción de la propia historia del individuo, el encuentro
con el ambiente, las características personales y un evento que acciona o sirve
de estímulo. Todo lo anterior debe llegar al proceso de apreciación (appraisal) realizado en el individuo,
haciendo relevante las acciones del ambiente para el individuo. Allí es
convertida la apreciación en una emoción.
Por su parte, la
combinación de los tres elementos contenidos en las emociones, dos importantes
dimensiones: el eje Constructivo – Destructivo y el segundo eje Reflexivo
(consciente) – Irreflexivo (inconsciente). La combinación de estos ejes produce
cuatro cuadrantes de respuestas emocionales[40],
tal y como se muestran en la figura: en el cuadrante irreflexivo –
constructivo, se encuentran las emociones que producen respuestas naturales; en
el constructivo – reflexivo, aquellas respuestas correctas; el irreflexivo –
destructivo forma las respuestas distorsionadas; y es en el constructivo –
reflexivo donde se da el pecado.
Partiendo de la permisa que Jesús, por ser coincidir en él la
naturaleza humana con la divina, siempre se movió en el eje de lo constructivo[41],
entonces es fácil concluir que las respuestas dadas por Jesús siempre fueron
del tipo natural o correcta.
El modelo de emociones ACE lleva al seguidor de Jesús a discernir en
todo momento sobre el efecto de la reacción que surge en él, convirtiéndose en
pregunta fundamental si es o no constructiva dicha respuesta. Al escoger por
aquella opción que le lleva a la construcción está más cerca de agradar a Dios,
mientras que las respuestas de destrucción[42]
le llevan al pecado.
Se demuestra así que es en el corazón donde se opta profundamente por
la vida de gracia o de pecado. Así se fundamente la necesidad de una formación
en la afectividad que ayude a optar y mantenerse en la santidad que Dios por
amor quiere compartir con la humanidad.
Los primeros cristianos eran por esencia líderes. Eran capaces de dar
su vida como testimonio de la fe y así arrastraban a miles a ser seguidores del
mensaje de Jesús. Con la historia, se ha perdido la dimensión de liderazgo para
muchos cristianos de hoy, pero es necesario redescubrirla y vivirla.
Todos estamos llamados a ser corresponsables del otro, del hermano. No
podemos dejar que se escuche en nuestras vidas la respuesta de Caín a Dios:
“¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”[43].
En el Cuerpo Místico de Cristo cada uno posee un don especial que debe
poner al servicio de los demás: Toda labor debe ser realizada con esmero de
manera que motive al otro a acercarse al Señor[44].
Desde esta perspectiva, cada cual en su ambiente y con los dones
recibidos es responsable de guiar y motivar al otro a involucrarse en la tarea
de la construcción del Reino. Laicos, Religiosos y Sacerdotes son llamados a
ser líderes activos. Claro, que no se puede perder de vista que este concepto
de liderazgo se basa en la comunión eclesial, en la cual la cabeza es Cristo.
Son muchas las teorías de formación en liderazgo que involucran los
conceptos derivados de la inteligencia emocional. Se busca formar animadores
con corazón e inteligencia; hombres y mujeres vulnerables que no se dejen
paralizar ni se endurezcan ante la miseria, ya sea propia o de los demás; personas
confiables que sean capaces de trabajar en equipo y de dirigir hacia las metas
de la comunidad por encima de los propios objetivos; quienes puedan hacer de
los problemas oportunidades, de las estructuras cerradas espacios abiertos
capaces de aceptar las diferencias individuales; que sean capaces de ser
discípulos que den sentido a la vida apostólica y comunitaria, luchando por la
integridad y la justicia; pero sobre todo hombres y mujeres de Dios que remitan
en todo momento hacia la experiencia festiva del Reino que atraviesa el camino
del Calvario y la Cruz.
Aquí se hará referencia solamente a algunos aspectos que debe contener
la formación de estos líderes. La elaboración de planes concretos de formación
queda para ser realizada tomando en cuenta las características de cada realidad
concreta. Estos aspectos fundamentales son: la aplicación de las “mejores
prácticas” de Goleman, el acompañamiento personal, el encuentro con la
comunidad eclesial y la vida intensa de oración.
Goleman[45] propone una
serie de líneas de acción que deben ser contenidas en todo plan de formación de
liderazgo afectivo. Estas líneas son:
·
Valorar el Trabajo:
planificación estratégica y trabajo en equipo son la base de cualquier éxito en
el campo del liderazgo.
·
Valorar al individuo: tomar
en cuenta sus fortalezas y debilidades, tomándolo en cuenta en su
individualidad y no como solamente como un trabajador.
·
Dar a conocer las valoraciones: actividad que debe ser realizada con delicadeza y sinceridad pero a la
vez con firmeza y apertura a la oportunidad.
·
Medir la Agilidad:
formar para la resistencia, contemplar cambios como un punto vago en el futuro,
habilidad para formular un plan, agilidad para actuar.
·
Motivaciones: tomar
en cuenta las tensiones debidas a una mayor responsabilidad, crisis de la vida,
dificultades laborales; en estos momentos se debe regresar a la motivación
inicial.
·
Realizar el cambio autodirigido: dar la posibilidad de crear planes personales en los que el individuo dirija
su propio proceso de cambio.
·
Claridad de enfoque, metas manejables.
·
Prevenir la recaída:
brindar elementos con los que se puedan manejar las situaciones que presentan
debilidades al individuo.
·
Dar Feedbacks de la ejecución.
·
Animar la práctica.
·
Disponer de Soporte.
·
Proveer Modelos.
·
Animar y dar fuerzas.
·
Evaluar.
Como se observa, un plan de formación que contenga dichos elementos
será a la vez correctivo y preventivo, ayudando a entrar en una dinámica de
formación continua.
Es muy importante en los procesos de formación para los líderes
eclesiales la continuidad de un acompañamiento personal. No se habla aquí de
ser “profesores” o “directores”, sino de ser “asesores” o “tutores”; es más el
rol de un amigo que ha recorrido parte del camino y tiende una mano para que el
otro descubra por dónde ir.
Importante es mantener la visión de un compromiso práctico y ayudar a
mantener el sano equilibrio en los distintos ambientes de la vida.
Este acompañamiento debe ser de porte afectivo en la exigencia. Implica
el querer bien al acompañado y al acompañante, en libertad que lleva al
encuentro con el Maestro.
Para poder animar en la Iglesia es necesario haber sido primero Ecclessia,
verdadera comunidad que se encuentra en el Señor. Ésta no puede ser una
experiencia teórica sino vivencial, con todos los momentos de gracia y de
pecado que puedan existir. Sin embargo, será mediante el acompañamiento
personal donde descubrirá el individuo sus motivaciones y las purificará a la
luz del Evangelio.
Como se veía anteriormente, el modelaje es necesario para la formación
del líder. Obviamente, el sujeto seguirá aquel modelo que le ha sido agradable,
que le trae a la memoria buenos recuerdos aunque el proceso haya sido difícil.
He aquí la importancia de una experiencia variada pero sólida con la comunidad
eclesial, que ayude a la apertura y a crear un dinamismo en el cual ya
se haya saboreado en la práctica todo lo hasta ahora dicho.
No por estar de último es éste el aspecto menos importante. La oración
es fundamental para el líder cristiano. Será aquella la que le ayudará a
discernir entre las acciones de vida y las de muerte. Le ayudará a encontrarse
continuamente en la presencia del Señor para conformar su ser con el del Amado,
y poder tener los mismo sentimientos que él tiene, tal y como invita el
apóstol.
A manera de conclusión se afirma que el reto
actual para la Iglesia es hacer de sus líderes verdaderos pastores[46]
para el mundo de hoy. Líderes que piensen y actúen en estéreo, es decir con la
cabeza y con el corazón.
La tarea más importante de esos nuevos
líderes es hacer de la Iglesia una verdadera imagen del Dios trinitario, donde
la comunidad viva con un mismo corazón y un solo espíritu, donde cada uno sus
miembros sea apreciado y valorado, tenga voz y pueda satisfacer sus necesidades
vitales.
Únicamente un liderazgo integral, comprendido
al sentido del servicio y la entrega como Jesús, podrán dar un dinamismo a la
Iglesia que le ayude a reflejar la vida trinitaria de Dios.
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Hasta ahora no hay un único test de Inteligencia Emocional, bien
validado, respondido a papel y lápiz, así como un test IQ, pero hay muchas
situaciones en las cuales la respuesta de la inteligencia emocional es
cuantificable. Las siguientes preguntas le darán un vago sentido de cual puede
ser su EQ.
Y escuchen, chicos listos: contesten honestamente, en base a lo que
realmente haría en lugar de lo que quisiera hacer. No trate de adivinar
segundas respuestas que parecerían correctas usando esas viejas reglas tratando
de adivinar la psicología de la selección múltiple así como hizo en la escuela.
Las Preguntas:
1.
Usted está en un avión y repentinamente golpea de forma violenta una
turbulencia y comienza a balancearse de un lado a otro. ¿Qué hace?
a.
Continúa leyendo su libro o revista, o mira la película, poniendo poca
atención a la turbulencia.
b.
Está atento a la emergencia, cuidadosamente monitorando al personal de
abordo y leyendo la tarjeta de instrucciones para emergencias.
c.
Un poco de a y b.
d.
No está seguro... nunca se ha dado cuenta.
2.
Usted ha llevado un grupo de niños y niñas de 4 años de edad al parque,
y una de ellas comienza a llorar porque los otros no quieren jugar con ella.
¿Qué hace?
a.
Se queda al margen... deja a los niños que se las arreglen por sí
mismos.
b.
Habla con ella y le ayuda a buscar maneras de llegar a los otros niños
para jugar con ella.
c.
Le dice en una voz amable que no llore.
d.
Trata de distraer a la niña que llora enseñándole algunas otras cosas
con las que podría jugar.
3.
Asuma que usted es un estudiante que esperaba sacar la mayor nota (A)
en un curso, pero se da cuenta a mitad del término que ha obtenido una
calificación mediocre (C-). ¿Qué hace?
a.
Traza un plan específico para lograr maneras de mejorar sus notas y
resuelve cumplir sus planes.
b.
Resuelve hacerlo mejor en el futuro.
c.
Se dice a sí mismo que realmente no importa mucho cuánto logre en este
curso y, en su lugar, se concentra en otras clases donde sus notas son más
altas.
d.
Va a ver al profesor y trata de hablar con él para ver si le da una
mejor calificación.
4.
Imagínese que usted es un vendedor de seguros llamando a sus
potenciales clientes. Quince personas de manera consecutiva le han trancado el
teléfono y usted pierde el ánimo. ¿Qué hace?
a.
Dice ¡qué día! Y espera tener mejor suerte mañana.
b.
Apunta las cualidades en sí mismo que pueden estar opacando su
habilidad para hacer una venta.
c.
Trata algo nuevo en la siguiente llamada y continúa intentándolo.
d.
Considera otra línea de trabajo.
5.
Usted es el manager de una organización y está tratando de animar el
respeto por la diversidad racial y étnica. Usted escucha que alguno ha hecho un
chiste racista. ¿qué hace?
a.
Lo ignora, sólo es un chiste.
b.
Llama a la persona a su oficina y le da una reprimenda.
c.
Habla sobre el punto, diciendo que esos chistes son inapropiados y no
serán tolerados en su organización.
d.
Sugiere a la persona que dijo el chiste que vaya a otro tipo de
programa de entrenamiento.
6.
Usted está tratando de calmar a un amigo que se ha puesto furioso con
el conductor de otro carro porque le ha
cortado el paso de manera peligrosa. ¿Qué hace?
a.
Le dice que lo olvide; él está bien ahora y no fue un gran problema.
b.
Coloca una de sus cintas favoritas y trata de distraerlo.
c.
Se une a su furia insultando al otro conductor para mostrarle cómo está
de acuerdo a él.
d.
Le dice sobre una vez que le sucedió algo parecido a esto y cómo se
sintió tan desquiciado como él ahora, pero entonces se dio cuenta de que el
otro conductor estaba en la vía a la sala de emergencias del hospital.
7.
Usted y su compañero(a) de vida han comenzado una discusión que se ha
convertido en una competencia de gritos; los dos están molestos, y en el calor
de la discusión, se hicieron ataques que realmente no deseaban. ¿Cuál es la
mejor cosa que se debe hacer?
a.
Tomar un descanso de unos 20 minutos y luego continuar con la
discusión.
b.
Parar el argumento, yéndose en silencio, sin importar lo que el
compañero(a) diga.
c.
Decir que lo siente y pedir al compañero(a) que también se disculpe.
d.
Parar por un momento, recoger sus pensamientos, entonces explicar su
parte del caso tan precisa como usted pueda.
8.
Usted ha sido asignado para coordinar un trabajo de equipo que está
tratando de obtener una solución creativa a un difícil problema de trabajo.
¿Qué es la primera cosa que usted haría?
a.
Diseñar una agenda con mucho tiempo de discusión para cada punto, así
usted hará el mejor uso del tiempo que pasen juntos.
b.
Darle a la gente tiempo para que se conozcan mejor los unos a los
otros.
c.
Comenzar preguntando a cada persona por las ideas sobre cómo resolver
el problema, mientras las ideas están frescas.
d.
Comenzar con una sesión de “lluvia de ideas”, animando a todos a decir
lo que les venga en mente, sin importar lo que sea.
9.
Su hijo de 3 años es extremadamente tímido y ha sido hipersensible
–aunque también ha presentado un poco de miedo – a los lugares nuevos y a la
gente, prácticamente desde su nacimiento. ¿Qué hace usted?
a.
Acepta que el tiene un temperamento tímido y piensa formas para
protegerlo de situaciones que lo podrían meter en apuros.
b.
Lo lleva a un psiquiatra infantil para que le ayude.
c.
Lo expone a propósito a grandes cantidades de personas nuevas y
lugares, así él puede superar su miedo.
d.
Ingenia una serie de retos progresivos pero manejables.
10.
Por años usted ha estado esperando para volver a aprender a tocar un
instrumento musical que trató de aprender en su niñez, y ahora, sólo por
diversión, al fin ha logrado poder comenzar. Usted quiere hacer el uso más
efectivo posible de su tiempo. ¿Qué hace?
a.
Se mantiene en un estricto tiempo de práctica diario.
b.
Escoge piezas que se ajusten a sus habilidades.
c.
Practica solamente cuando está de humor.
d.
Escoge piezas que están más allá de su capacidad, pero que puede
dominar con un esfuerzo diligente.
Sus Respuestas:
1.
Cualquier cosa, pero D... esta respuesta refleja una ausencia de alerta
a sus respuestas habituales bajo estrés. A=20, B=20, C=29, D=0.
2.
B es la mejor. Los padres emocionalmente inteligentes usan los momentos
de malestar de sus hijos como oportunidades para actuar como entrenadores
emocionales, ayudando a sus hijos a entender lo que les molesta, lo que están
sintiendo y las alternativas que el niño puede probar. A=0, B=20, C=0, D=0.
3.
A. Una marca de la automotivación es ser capaz de formular un plan para
superar obstáculos y frustraciones y seguir adelante. A=20, B=0, C=0, D=0.
4.
C. Optimismo es una marca de la inteligencia emocional; lleva a la
gente a ver los fracasos como retos de los cuales pueden aprender, y persistir,
probando nuevos acercamientos en lugar de rendirse, culpándose a sí mismos o
desmoralizándose. A=0, B=0, C=20, D=0.
5.
C. La forma más efectiva de crear una atmósfera que acoja la diversidad
es aclarar en público que las normas sociales de su organización no tolera
tales expresiones. En lugar de cambiar prejuicios (una tarea mucho más dura),
cuidar que la gente no actúe por ellos. A=0, B=0, C=20, D=0.
6.
D. Los datos sobre la ira y cómo calmarla muestran la efectividad de
distraer a la persona furiosa del foco de la ira, empatizando con sus
sentimientos y perspectivas, y sugiriendo una perspectiva de la situación que
le lleve a bajar su nivel de rabia. A=0, B=5, C=5, D=20.
7.
A. Tomar un descanso de 20 minutos o más. Lleva al menos este tiempo
limpiar el cuerpo de los alcances psicológicos de la ira, los cuales
distorsionan su percepción y le permite lanzar con mayor facilidad ataques personales
que causen daños. Después de calmarse usted debe ser capaz de tener una
discusión productiva. A=20, B=0, C=0, D=0.
8.
B. Los grupos creativos trabajan a su mayor nivel cuando los niveles de
relación, harmonía y comodidad son mayores; en ese momento la gente es mucho
más libre de ofrecer sus mejores aportes.
9.
D. Los niños que nacen con un temperamento tímido pueden pasar a ser
desenvueltos con mayor facilidad si sus padres preparan una serie de retos
manejables y progresivos que ayuden a superar su timidez. A=0, B=5, C=0, D=20.
10.
B. Dándose a sí mismo cambios moderados, usted será más capaz de llegar
a un estado de flujo el cual sea placentero, donde la gente aprende y se
desarrolla de la mejor manera. A=0, B=20, C=0, D=0.
[1] Cfr. Mc 12,30-31.
[2]
Cfr. DAVIES, M.
STANKOV, L. ROBERTS, R. “Emotional Intelligence: In Search of an Elusive
Construct” in Journal of Personality and Social Psychology 1998 (75)
989-1015
[3] GOLEMAN, D. Emotional Intelligence. Bantam Books, New York 1995, 19.
[4] GOLEMAN, D. Emotional…, 19.
[5] GOLEMAN, D. Emotional…, 43-44.
[6] BERNARD, C. Teologia Affettiva.
Edizione Paoline, Milano, 1985, 22. Allí escribe el autor citado: l’affettività
è la risonanza attiva nella coscienza del vivente della sua relazione
esistenziale con l’ambiente e del suo proprio stato vitale.
[7] KRECH, D. CRUTCHFIELD, R.S. Elements of Psychology. Knopf, New York 1959, 230-264.
[8] AKHTAR, S. “The Distinction Between Needs and Wishes: Implications for Psychoanalytic Theory and Technique” in Journal of the American Psychoanalytic Association 1999 (47) 113-151.
[9] FEHR, B. “Laypeople’s Conceptions of Commitment” in Journal of Personality and Social Psychology 1999 (76) 90-113
[10] Citado por: PEÑAS, A. “Al Habla con la
«Inteligencia Emocional» a Tres Bandas: Psicología, Teología, Espiritualidad”
in Revista de Espiritualidad 2000 (59), 230.
[11] Citado por: GOLEMAN, D. Emotional...,
48.
[12] BERNARD, C. Teologia Affettiva,
249 ss.
[13] GOLEMAN, D. Working with
Emotional Intelligence. Bantam Books, New York 2000, 26-27.
[14] Cfr. BERNARD, C. Teologia Affettiva,
111 ss.
[15] Cfr. BERNARD, D. Teologia Simbolica.
Centro Russia Ecumenica, Roma 19842, 129 ss.
[16] Cfr.
SCHNEIDERS, S. “Congregational Leadership and Spirituality in the Postmodern
Era” in Review for Religious 1998 (57) 6-33; MARINA, J. El Laberinto
Sentimental. Editorial Anagrama,
Barcelona (España) 19966.
[17] Cfr. Lumen Gentium 41
[18] Fil 2,5
[19] AKHTAR, S. The Distinction…
[20] FEHR, B. “Laypeople’s…”
[21] Cfr. CREA, G. “Relazioni
Interpersonali nelle Comunità Religiose. Intervista a Padre Tony Anatrella” in Vita
Consacrata 1999 (35) 621-627.
[22] Cfr. ROGGIA, G. “Per una Maturazione
Affettiva che sia Effettiva” in Orientamenti Pedagogici 48 (2001)
108-117
[23] PEÑAS, A. “Al Habla con la «Inteligencia
Emocional» a Tres Bandas: Psicología, Teología, Espiritualidad” in Revista
de Espiritualidad 2000 (59) 219-251
[24] Es interesante apuntar cómo las
estructuras jerárquicas pueden variar de un contexto a otro dentro de la
Iglesia, conde se encuentra desde la estructura tradicional de tipo piramidal
hasta llegar a la estructura circular, pasando por diversas mezclas de las dos.
[25] Cfr. VIARD, C. “Tener en Cuenta la
Afectividad en la Responsabilidad del Superior” in Confer 1998 (37)
293-301
[26] El amplio desarrollo de esta discusión
sobre Liderazgo e Iglesia puede ser consultado en BRICEÑO LUGO, N. Formación
de Asesores de Pastoral Juvenil: Construcción Teórico Colectiva. Tesis de
Magíster en Educación ante la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas 2001,
31-54.
[27] D’SOUZA, A. Éxito en Tu Liderazgo.
Paulinas, Bogotá 1996, 37 ss.
[28] Cfr. GOLEMAN, D. Working…, 183 ss.
[29] GEORGE, J. “Emotions and Leadership: The Role of Emotional Intelligence” in Human Relations 2000 (53) 1027-1055.
[30] FERNÁNDEZ MARTOS, J.M. “Un Liderazgo
Religioso para Hoy” in CONFER 1998 (37) 283-291
[31] GRAY, H. “Contemporary Religious Leadership” in Review for Religious 1997 (56) 454-467
[32] Cfr. Lc 4,32
[33] Cfr. Jn 17,10.21
[34] Jn 13,1; 14,15
[35] “Y Jesús lloró” dice el Evangelio en Jn 11,35
[36] Cfr. Mt 14,14
[37] Cfr. Mt 21,12ss
[38] Cfr. Mt 5; Lc 6
[39]BASSET, R. Hill, P. “The ACE Model of Emotion: Living Jesus Christ while Experiencing Emotions” in Journal of Psychology and Theology 1998 (26) 232-246
[40] A pesar que los autores llaman a los
cuatro cuadrantes como “emocionales”, para ser consistente con la afirmación
mantenida en estas páginas sobre la inexistencia de emociones “buenas” o
“malas” pero la catalogación moral de la respuesta, se ha denominado a estos
cuatro cuadrantes de “respuestas emocionales”.
[41] Los autores afirman que todas las
acciones de Dios son constructivas. Por otra parte, basándose en Lc 2,52 se
puede decir que hubo un crecimiento en la conciencia de Jesús.
[42] Este término de destrucción se refiere a
la muerte radical. Se debe recordar que para toda conversión es necesaria una
destrucción y una muerte, pero con la perspectiva de la reconstrucción y la
resurrección. En cambio esta destrucción de muerte radical lleva al
aniquilamiento total.
[43] Gen 4,9b
[44] Cfr. Rom 12,4-8
[45] GOLEMAN, D. Working…, 258 ss.
[46] Se aplica aquí el contexto amplio de la
palabra “pastores”, no solamente el sentido jerárquico de la misma.
[47] En la red de internet se consiguen muchos test de este estilo. El
presentado aquí se ha escogido ya que ha sido realizado por Goleman. Se puede
conseguir en la página web: GOLEMAN, D. What's Your Emotional Intelligence
Quotient? You'll
Soon Find Out...
http://www.utne.com/azEq2.tmpl