Realidad del Joven de Hoy

 

23 de octubre (1878). Quiero pedir que se cumpla la voluntad de Dios para que yo pueda reconocer mi vocación...

Francisco Jordán. Diario Espiritual[1].

 

            ¿Por qué en un encuentro de promotores vocacionales de la SDS, luego de evaluar nuestro trabajo, introducimos una charla sobre la “Realidad del Joven de Hoy”? ¿Será que acaso nos hemos equivocado de reunión y en lugar de hablar sobre pastoral vocacional hablaremos de pastoral juvenil?

             Esta es parte de los problemas que se plantean al ir especializando y fragmentando cada vez más las áreas pastorales: separar realidades que están íntimamente conectadas entre sí.

            Los expertos coinciden en que toda pastoral juvenil es vocacional, y toda pastoral vocacional surge de una pastoral juvenil (Cfr. Sto. Domingo, 114). Así, si ciertamente se habla de pastoral juvenil como aquella labor de evangelización que realiza la Iglesia a favor de los jóvenes, fin último de esa tarea será que el joven encuentre su lugar en la misión de la Iglesia. Esta última etapa trabaja en colaboración muy íntima con la pastoral vocacional, ya que será esta pastoral la que se dedique a acompañar en el discernimiento vocacional del joven. Por lo tanto, para ser un buen trabajador con la juventud, se debe ser un buen promotor vocacional; y parece lógico también afirmar que para ser un buen promotor vocacional se debe saber trabajar con la juventud.

            Pero volvamos al asunto que nos ocupa: ¿por qué hablar de la realidad del joven cuando algunos de los candidatos que se nos acercan hoy en día no son jóvenes?

            Primero debemos ponernos de acuerdo en lo que significa el término “joven”.

            Sociológicamente hablando, joven será el individuo que se encuentre entre los 15 y 30 años. Este es el término que se está utilizando últimamente en distintas organizaciones mundiales y, como se puede observar y para sorpresa de algunos, el rango sociológico de juventud ha aumentado en los últimos años de los 25 a los 30 años. También se puede ver que la edad de 15 años comprende la adolescencia, pero este último término es tan discutido que es preferible en este momento dejar de lado esos detalles.

            Por su parte, el documento de Puebla (n. 1167) da una definición de juventud: La juventud no es sólo un grupo de personas de edad cronológica. Es también una actitud ante la vida, en una etapa no definitiva sino transitiva. Tiene rasgos muy característicos.”

            Entre esos rasgos característicos encontramos que la juventud es la etapa de discernimiento sobre la propia vocación que lleva a abrazar un estado de vida definitivo. Así, muchos “adultos” que aún no han optado definitivamente en su vida, pueden haber estado alargando su etapa de “juventud”.

            Encontrar los rasgos característicos de la juventud de hoy, que por lo tanto lo serán de aquellos candidatos potenciales a la vida salvatoriana, es el objetivo que nos hemos propuesto para esta charla. Sin embargo, deseo hacer una advertencia: no nos quedaremos solamente con los rasgos de quienes aceptan nuestras propuestas pastorales; iremos más allá, donde se encuentra la mayoría de la juventud, para comprender mejor a quienes se encuentran “fuera” del redil.

  

1.       ¿Se puede hablar globalmente de la cultura juvenil?

Al darnos cuenta de que aquí están representadas tantas culturas diversas, desde oriente a occidente, de norte a sur, podemos preguntarnos legítimamente si será posible o no hablar de un perfil juvenil que represente al joven mundial.

Para profundizar en este aspecto, nos detendremos en dos conceptos que han afectado las relaciones entre el joven y el mundo. Estos conceptos son Cultura Juvenil y Globalización.

 

1.1   Cultura Juvenil

El término “cultura juvenil” es relativamente nuevo. Apenas es en los años 50 del siglo pasado cuando surge una clara diferenciación entre aquello que viven los jóvenes y las experiencias del resto de la sociedad. En este momento de industrialización masiva de la historia se hace cada vez más necesaria la especialización por medio de la educación en centros de estudios que aglomeran a miles de jóvenes, y a la par se crean locales de diversión que sólo serán visitados por este sector social.

Cada vez será mayor el tiempo que pasen los jóvenes entre ellos, aislándose del mundo de los adultos, creando y cerrando su propia sociedad, que por reacción al mundo de los adultos genera una cultura distinta a la del común social.

Así, surge la música como un símbolo que sirve para identificar a las distintas generaciones juveniles, desde el rock and roll de Elvis Presley hasta el rock comercial de The Back Street Boys.

En los años 60 la juventud reacciona contra la realidad social que se vive, una división cada vez más marcada entre ricos y pobres, la guerra de Vietnam y otras guerras; es el tiempo de buscar “paz y amor” aunque para ello haya que ser violento. Es así como en el año 68 estalla la llamada revolución de mayo que comenzó en París y llegó a todo el occidente. Esta toma de las distintas ciudades por los jóvenes, demuestra que ellos son una fuerza social. En el año 69 es el festival de Woodstock, con toda la “liberación” sexual del momento.

Surgen símbolos e ídolos que retan tanto a los líderes como a las convenciones sociales del momento: la minifalda, el bikini, el baile, la música, el arte... En torno a ellos se conglomeran los jóvenes para marcar su separación del mundo adulto.

No deseo entrar en este momento en la discusión sobre si estas manifestaciones juveniles se pueden llamar cultura o no. Sólo asomo que partiendo de la definición de cultura presente en la Gaudium et Spes[2] encontramos que todos los elementos de la simbología y el tipo de relaciones que se da entre los jóvenes, corresponden a los presentes en toda cultura. Me limito a afirmar aquí lo que ya he dicho en repetidas oportunidades: “Hablar de cultura juvenil es posible, ya que es un gran grupo de personas que debido a diversas causas –entre las que se encuentra la edad- van definiendo su propia forma de ser”[3].

Esta cultura, obviamente posee en sí una simbólica propia, con su lenguaje expresado en palabras, signos, símbolos y hasta sacramentales que abarcan toda la vida del joven. Tal vez no sean iguales en su forma para toda la globalidad, sin embargo en la raíz de cada expresión, en cada subcultura juvenil, se encuentra un mismo sentimiento de fondo.

 

1.2   Globalización

Es imposible hablar hoy en día ante un auditorio en el que se constata la pluriculturalidad de la humanidad, sin hacer referencia al fenómeno, tan actual como presente, de la globalización.

El mundo cada vez se hace más pequeño gracias a la Internet o también llamada red de redes. Podemos estar compartiendo aquí en persona representantes de cuatro continentes, y esta noche puedo mantener una conversación vía chat con tantas personas como desee de los cinco continentes. Las llamadas nuevas tecnologías van logrando que nuestra forma de relacionarnos cambie. Por ejemplo, esta reunión ha utilizado como medio privilegiado de comunicación el correo electrónico, haciendo posible que todos los materiales llegaran a tiempo y que se pudiera consultar con los miembros algunos aspectos referentes al desarrollo de estos días.

 El pensar en la “aldea global” planteada por Mc Luhan ya no es un sueño. La interacción existe, y aunque no es en igualdad de oportunidades, está afectando a todos los rincones del mundo. “Pensar globalmente y actuar localmente” se convierte en el slogan de este fenómeno.

El concepto originario de globalización nos lo explica el P. José Cristo Rey García Paredes en un documento de la Unión de Superiores Mayores[4]:

En su sentido originario, es decir, económico, entendemos por globalización la integración de las economías de diferentes países, especialmente de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, en un sistema global. Queremos decir que el capitalismo se encuentra hoy en proceso de globalización. Esto se realiza a través de la integración, la interdepedencia y la mundialización del mercado y de los recursos disponibles.

            Es un proceso que tiene sus puntos positivos y negativos. Para profundizar en este tema me limito a referir al documento citado.

 

1.3   Una cultura juvenil globalizada

            Para el caso que nos ocupa, la cultura juvenil, es importante resaltar algunos aspectos tanto positivos como negativos de la globalización.

a)       The American Dream (el Sueño Americano): Se plantean patrones de comportamiento como “ideales” para la comunidad global, impuestos por occidente sin entrar en diálogo con el oriente. “The American Dream” (el Sueño Americano) es el horizonte propuesto para el mundo como la panacea de todos los males.

b)       La interculturalidad: Por un lado, existen culturas que buscan imponerse a otras[5], por otro se encuentran pequeñas culturas abiertas a los aportes foráneos pero buscan respetar lo autóctonas que ellas poseen, y por último están aquellas sociedades cerradas que tienden a desaparecer. Esta interacción cultural “es un esfuerzo constante por abrir un espacio inexistente”[6].

c)       Los diversos tipos de globalización: informativa e informática, tecnológica, ecológica, religiosa, autobiográfica... Deseo resaltar la importancia que toma la preocupación ecológica, la unidad de las religiones y la trascendencia espacial del individuo.

d)       Consolidación de la mundialización: La mundialización consiste en ser uno solo en el mundo, regidos por el mismo gobierno. Desde el 11 de septiembre pasado hemos visto cómo  se va consolidando un gobierno global que divide al mundo en “buenos” y “malos”, sin mirar la historia ni buscar verdaderas oportunidades de reconciliación.

e)       La necesidad de apertura y flexibilidad de las relaciones: La globalización, al presentar la interculturalidad, hace que se creen una serie de relaciones e identidades complejas. Al mismo tiempo se pertenece plenamente a diversos grupos culturales sin que, por esto, se cree conflicto. Así, como lo afirma Castiñeira, “la pertenencia múltiple nos conduce al ejercicio de relaciones flexibles y modulables con las diferentes comunidades con las cuales mantenemos vinculaciones” [7].

f)         El Consumismo como medio de unidad: Para el buen éxito de este proceso de globalización, se hace necesario crear similares necesidades de consumo en todo el mundo para que las grandes transnacionales puedan satisfacer sus propias necesidades de venta. Por lo tanto, los símbolos de los productos comerciales se convierten en los nuevos unificadores de la cultura: ¿quién no se ha sorprendido al encontrar un Mc Donald´s en el lugar más insólito del planeta?

g)       Los medios de comunicación como transmisores de los parámetros fundamentales: Sobre todo la televisión y el cine juegan un papel muy importante, pero también hoy en día el Internet. Allí se presentan los ideales propuestos con la transmisión de sus valores morales. Por ejemplo, la serie televisiva Baywatch ha sido transmitida en todos los países del mundo menos tres.

Pienso que si hablar de una sola cultura juvenil sería un gran error, sí podemos hablar de estos elementos globalizantes como presentes en la base de toda cultura juvenil actual.

 

2.       El mundo que rodea al joven

Antes de poder concretar las características generales del joven de hoy, es importante que podamos acercarnos al mundo que le rodea, con el cual interactúa y por el cual se deja afectar.

            El fenómeno de la globalización va conquistando al mundo con tres tendencias claramente marcadas en los tres campos principales de realización del hombre: cultural, económico y religioso. En el campo cultural se levanta la llamada postmodernidad, en el económico el neoliberalismo y en el religioso la Nueva Era.

            Para tener una idea general de cada uno de estas tendencias, a continuación haremos mención de las características más resaltantes de cada una de ellas.

 

2.1 Postmodernidad

            Vivimos en un mundo que marcha a tres tiempos: premodernidad, modernidad y postmodernidad. Recordemos que la modernidad está caracterizada por el predominio de la razón y la entrada de la industrialización en la vida del hombre. Así, en un mismo país podemos encontrar lugares donde las máquinas no han llegado aún para facilitar la relación entre el ambiente y el ser humano, otros sitios donde el trabajo y la razón adquieren un lugar de primacía en la escala de valores, y alguna ciudad donde la fe en la razón se ha perdido y surgen otras problemáticas vitales para la humanidad[8].

            Enumeremos las características más importantes de este fenómeno de la postmodernidad:

a)       Una sociedad pluralista: El pluralismo consiste en la convergencia de distintas “sociedades” en una sola. Así, el individuo se ve obligado a asumir distintos roles sociales, los cuales en muchas ocasiones son contrapuestos, aunque en otras puedan ser complementarios. Repito que no por esto se deba crear en el individuo una tensión externa.

b)       Una sociedad individualista: Se pasa de una mirada colectivista a un tomar en cuenta lo individual. Sin embargo, se llega de un extremo (colectivismo) al otro (individualismo): cada individuo pasa a ser el centro para sí mismo, y no será ya Dios el rector del comportamiento moral, sino la subjetividad de cada uno. Así, las escalas de valores absolutas dejan de existir, convirtiéndose el individuo en “señor” y “rector” de sí mismo.

c)       Sociedad a lo “Light”: Hoy en día existen muchos productos “light”, bajos en calorías, que prometen tener el mismo sabor que los originales pero sin que dejen rastro en el cuerpo. Esto expresa el estilo de vida que se propone: disfrutar del placer sin consecuencias posteriores; obtener lo bueno de la vida sin esfuerzo. En otras palabras, es el rechazo a la cruz y al compromiso, exaltando el mundo de las apariencias.

d)       Una sociedad orientada hacia la economía: Las relaciones interpersonales en muchas ocasiones se basan en un mercado de intereses: me acerco a fulano porque puedo obtener... Las cosas (y las personas) adquieren un “valor” de acuerdo a la utilidad de las mismas.

e)       Fragmentación de la realidad: Si ciertamente se tiende hacia una globalización, también se crea la falsa ilusión de pensar que aquello vivido por el individuo incluye todas las realidades existentes. Así se pierde la verdadera visión global y se fragmenta la realidad. Más aún, los diversos sectores de la vida personal pueden no estar relacionados entre sí en un mismo individuo, produciendo una disgregación interna con la ilusión de abarcar la totalidad.

f)         Una sociedad que produce perplejidad: Los cambios -ya sean tecnológicos, políticos o sociales- se suceden tan rápidamente que no hay tiempo para asimilarlos mediante la reflexión, dejando al individuo en un estado de asombro ante el mundo. Es mucha la información suministrada a la persona, pero poca la que analiza y reflexiona.

g)       Una sociedad desilusionada: A pesar de todos estos cambios, sobre todo los tecnológicos, el ser humano aún siente un vacío en su interior. Se da cuenta que no es en todos estos elementos donde encuentra su felicidad y surge una cierta sensación de desilusión. Se ha perdido el sentido de la historia y la esperanza en ella.

 

2.2 Neoliberalismo

            Después de la caída del muro de Berlín en 1989, el capitalismo queda sin ninguna teoría económica rival, imponiéndose cada vez más en todo el mundo. Así, el neoliberalismo económico, resultante de la adaptación de las teorías liberales del siglo XVIII planteadas por Adam Smith, surge como una propuesta de los llamados “Chicago boys” en los años setenta como una solución para llevar al mundo a un bienestar económico y social[9].

            Las características más relevantes del Neoliberalismo son las siguientes:

a)       La ley del mercado: No hay más leyes reguladoras para los productores que la ley del mercado: oferta y demanda.

b)       El sentido de la libertad: Cada ser humano es “libre” para producir o trabajar en aquello que desee. Se plantea una teoría sobre la igualdad de oportunidades, pero se olvida que en la realidad la humanidad está profundamente herida y dividida en dos: ricos y pobre, norte y sur.

c)       Salida de los entes gubernamentales del juego económico: Con la excusa de la corrupción, se van eliminando las empresas del Estado (aquellas empresas cuyo interés principal no es el beneficio económico sino el beneficio de la comunidad). Se crea de esta forma un monopolio (o en el mejor de los casos un oligarcapolio) económico.

d)       Las ONG´s o la gratificación por las buenas obras: Para lograr disminuciones de impuestos y dar un “sentido social a la empresa” se crean las Organizaciones No Gubernamentales, las cuales asumen tareas de bienestar social que eran anteriormente responsabilidad del Estado. Por lo tanto, dependiendo de la “bondad” de las empresas, se cubrirán o no las necesidades de los pueblos.

e)       Fortalecimiento del fuerte y eliminación del débil: en la competencia desmedida se crea el llamado darwinismo social: la eliminación de aquellos débiles que no producen nada para la sociedad o cuya producción es poco significativa en cantidad, y el fortalecimiento de las grandes empresas cuyas maquinarias abaratan el costo de la mano de obra y obtienen un producto final más económico.

f)         La política al servicio del crecimiento económico, olvidando el bien social: El eje de la sociedad en torno al cual gira todo será la economía.

g)       La transformación de la deuda externa en deuda eterna: Para mantener el control de los países que disponen de recursos económicos sobre aquellos que disponen de recursos naturales, se suman los intereses resultantes de la deuda externa, de tal manera que estos intereses son hoy en día mucho mayores que la deuda inicial.

 

2.3 Nueva Era

            Es típico de la postmodernidad que el hombre pase de la supremacía de la razón a una búsqueda de interioridad. De ahí el éxito de tantos cursos que tienen como objetivo el encuentro consigo mismo. En esa búsqueda aparece la figura de dios, pero no como el Dios cristiano sino como una adaptación de diversas líneas religiosas a las propias necesidades. En otras palabra, es la época del mercadeo de lo religioso.

            Surge, entonces, la Nueva Era, no como una propuesta directa de una nueva religión (que en realidad lo es) sino como el camino que lleva a la felicidad integral. Para que esta “paz y armonía” sea alcanzada por toda la humanidad, la Nueva Era toma un poco de cada forma religiosa existente y crea sus doctrinas. Por eso no debemos extrañarnos al escuchar que los ángeles son extraterrestres, o que el mismo Jesucristo es la reencarnación final que se hace luz al llegar a la perfección, o que Dios es una energía diluida en el universo sin carácter personal...

            A continuación enumeramos algunas características de la Nueva Era:

a)       Subjetivización en la conciencia del cristiano de los contenidos y prácticas religiosas: El resultado del individualismo es la subjetivización de la realidad. Así se pierde el horizonte común y se crean los propios parámetros que a la fin se convierten en absolutos. La religión se transforma en un asunto privado que no toca el ámbito social; las relaciones entre Dios y el individuo no son vividas en lo cotidiano, sino que son parte de un sector de la vida. Surge un nuevo politeísmo en el cual cada uno tiene su propio dios.

b)       Exaltación de la experiencia sobre el dogma: Estas nuevas corrientes religiosas presentan que lo único válido es aquello que pueda comprobarse por medio de la propia experiencia. Así la tradición y el dogma pierden fuerza por no ser “experiencias de primera mano”.

c)       Empobrecimiento del universo simbólico cristiano: Los símbolos cristianos van perdiendo su sentido por el abuso que de ellos hacen algunos medios de comunicación social. Llegan distorsionados a las nuevas generaciones y frecuentemente se confunden con símbolos de otras tradiciones religiosas.

d)       Nuevas revelaciones por medio de diversos mensajeros: Los ángeles como mediadores directos entre Dios y el hombre toman un rol unipersonal. Ellos pueden dar revelaciones directas con diversos nombres e incluso surge la teoría de que son extraterrestres... Estos mensajes son normalmente de tipo fatalista para el mundo pero pacificadores para los individuos que sigan sus contenidos.

e)       Dificultades del católico con la Iglesia jerárquica: En sus ansias de libertad (que en la mayoría de las ocasiones se traduce en libertinaje), el individuo de hoy rechaza cualquier tipo de autoridad. Así aunque la confianza en la institución Iglesia sea alta, el juicio crítico tiende a una desautorización de lo jerárquico, invitando a un verdadero diálogo. Sin embargo, algunos sectores de la Iglesia jerárquica han reaccionado con una "neo-ortodoxia" católica mediante orientaciones legalistas, que cada vez se alejan más de presentar una verdadera moral autónoma.

f)         Desarrollo de la religiosidad no eclesial: Cada persona se crea una propia religión a su medida, sin una comunidad de referencia, por lo que no hará falta una liturgia comunitaria ni el otro que apoye en el caminar religioso. El papel de los confesionarios lo ha asumido el consultorio psicológico y aquél rol del sacerdote como animador de la fe lo tienen gurús y mediums que transmiten las nuevas revelaciones religiosas.

g)       Regreso a lo sagrado: Ciertamente el ser humano ha descubierto un vacío existencial en sí que únicamente puede ser llenado por el Trascendente. Por lo tanto, el hombre voltea la mirada nuevamente hacia lo sagrado, lo que podría alegrar en un primer momento por la existencia de una nueva sensibilidad a lo religioso. El problema es qué religión asume el individuo, si es una religión de tipo “natural” o una de “tradición histórica”.

h)       Sincretismo religioso: Hemos dejado de última la característica más importante que parece resumir todas las demás. La nueva era se propone hacer un sincretismo religioso, en el cual puedan no solo convivir sino complementarse las distintas religiones y creencias. Así, pueden surgir movimientos que mezclen las corrientes religiosas de los diversos continentes y las distintas épocas históricas para fundar esta “nueva era” en la cual las diferencias religiosas son superadas y la paz universal triunfa.

 

3.       El mundo interno del joven: Características más relevantes

Hemos hablado hasta ahora de la tendencia mundial y las características de esta propuesta que cada vez llega a más lugares de la Tierra. Indudablemente estas tendencias juegan un papel importante para el joven, ya que será según ese proyecto global como se construyan los planes educativos que tanto medios formales (escuelas, universidades, etc) como no formales (medios de comunicación social, grupos, etc) seguirán para la construcción del individuo. Deseo ilustrar esta idea con un párrafo de la socióloga argentina Josefina Semillán[10]:

El mismo presidente Chirac, coordinador del Grupo de los Siete (países que definen las políticas globalizadas), reconoce que serán necesarios diez años en prospectiva para poder evaluar con más exactitud las secuelas y costos sociales, de la aplicación del modelo, en esta fase. Diez años, en la perspectiva histórica puede parecer una fugacidad, pero por cada uno de los que muere de muerte evitable, por cada uno de los que sufre la injusticia superable, hay una herida cósmica, un vacío de sentido que queda para siempre en la historia de la humanidad.

Será allí, en el impacto y en la reacción que tiene el joven frente a esta propuesta global, donde nos detendremos ahora. Sin embargo, debo reconocer una gran limitación que tengo para hablar de lo que sigue: solamente poseo información de primera mano sobre la juventud occidental. Tanto mis experiencias en pastoral juvenil como la bibliografía de la que me he servido en tantos años, son escritas desde América Latina, Estados Unidos y Europa. Poseo poca formación sobre la juventud de Asia y África, y a pesar de lo que muchos piensen, no es igual la realidad que se viva en Tanzania que en Venezuela o en India. Por eso pediré que seamos críticos con lo que sigue y lo confrontemos con las experiencias que traemos. Desde allí y entre todos, podremos realmente construir el perfil del joven a nivel mundial.

 

 3.1 El joven se enfrenta al entorno social

             El joven es un peligro para cualquier sociedad. De por sí es portador de muchas preguntas de sentido. Con su interrogar desestabiliza, con su búsqueda remueve las bases de la estructura social, con su mirada exige coherencia entre principios y vida. La juventud reta a las estructuras sociales, políticas y religiosas porque es novedad; así como Jesús de Nazaret, el eternamente joven[11], reta a las estructuras sociales, políticas y religiosas de todos los tiempos.

             Sin embargo, el joven de hoy se ve frustrado de sus ansias de interrogar debido a un deterioro social que le inhibe salirse de lo preestablecido, aún si ese preestablecido es el rol social de lo “diferente” que debe asumir el joven. Los medios de comunicación social, sobre todo radio y televisión, poseen la función principal en la educación del joven, transmitiéndoles esos parámetros preestablecidos que deben seguir. Así se sigue la media global, con parámetros que muchas veces son inalcanzables para determinadas culturas, presentándolos como ideales a lograr.

             La forma de protesta juvenil ha pasado de diferentes acciones que tocaban directamente la realidad social (recuérdese a los jóvenes de los años 60) a una actitud de ser exótico frente a la sociedad. Se es diferente, por serlo, sin una razón que lo soporte, simplemente se es así para formar parte de un grupo. Una joven amiga norteamericana me decía que usaba piercings[12] para sentirse parte de una generación juvenil, ya que sería ridículo para ella utilizar estos objetos fuera de un rango de edad que podríamos denominar juvenil.

             Ciertamente, la sociedad obliga al joven a abrirse a lo diferente, siempre y cuando ese diferente entre en los parámetros propuestos por la sociedad de consumo. Por lo tanto, aquél joven que no muestre su nivel de adaptación al mundo juvenil mediante signos externos, queda segregado del mismo.

             En general, existe un rechazo hacia el mundo de lo político. Lo catalogan como “lugar de cultivo para la corrupción” por lo cual es mejor no mezclarse en ello. Sin embargo, tienen una gran sensibilidad social, aunque no se comprometan a mediano plazo con causas humanistas o ecológicas, sino que se conforman con un pequeño aporte ocasional desde cualquier ONG.

             Es una generación que ha perdido el culto a los héroes tradicionales (llámense próceres de la patria o santos) para pasar a un culto a los antihéroes (aquéllos que dejan de lado los valores tradicionales sólo por ir contracorriente). La necesidad de seguir modelos la llenan enterándose de los últimos chismes sobre los cantantes y actores, cuyas vidas presentadas en público son más una máscara que la propia realidad. Por demás, existe una fuerte crisis de modelos serios para los jóvenes en la sociedad actual, lo que lleva a un aumento por escapar a mundos inexistentes (tanto en jóvenes como adultos) cuya presencia se materializa en el uso de máscaras y mentiras sociales.

             Las nuevas generaciones a nivel mundial, según los últimos informes de la UNESCO, han aumentado su nivel de escolaridad. Sobre todo en lo que respecta a la formación industrial ha habido un repunte en los últimos años. Pero las oportunidades no son iguales para todos, y la brecha educativa entre “ricos” y “pobres” se hace cada día mayor.

             Sin embargo, la gran mayoría los jóvenes debe comenzar a trabajar desde muy temprano, por lo que el trabajo en lugar de responder a la necesidad del ser humano de aportar a la sociedad como resultado de discernimiento de la propia vocación, se convierte en un medio de subsistencia monótono, explotador y deshumanizante.

             A pesar de poseer la familia como un valor, la realidad de sus experiencias es otra. Cada vez es mayor el número de familias disgregadas: divorcios y segundas o terceras nupcias, madres solteras, familias que permanecen nominalmente unidas aunque deban separarse para subsistir económicamente... Recordemos que la generación juvenil actual es aquella cuyos padres vivieron la liberación sexual de los años 70 y la desinhibición de los 80. Esta misma situación hace que la madre asuma la mayor carga familiar, creándose una relación de dependencia prolongada entre los hijos y la madre, fenómeno éste que ha sido denominado por algunos sociólogos con el término matriarcado.

             Es difícil llegar a un consenso sobre la permanencia del joven en la familia: en algunas sociedades sale temprano debido a la necesidad de estudios o trabajo, mientras que en otras, paradójicamente por esa misma realidad dura, retrasan la salida de casa. Por otra parte, al menos en occidente, se constata que cada vez es más tarde la “legalización” de las relaciones de pareja.

Esta es una generación llena de temores sociales, sobre todo por la inestabilidad de las estructuras sociales. Quienes no han vivido directamente cambios violentos en sus sociedades, los han conocido en países muy cercanos. En estos momentos, aparte de la gran crisis por la guerra contra el terrorismo, en todos los continentes existes serios conflictos armados. El joven crece viendo los efectos especiales espectaculares de la violenta producción de Hollywood, alternando con las noticias sobre la guerra entre Israel y Pakistán. A pesar del desinterés político del joven, la violencia se encuentra presente. Y esta violencia llega a los diversos estratos de la sociedad.

La mentira social vivida por la mayor parte del mundo, o sea el aparentar para ser valorado, también está presente en los sectores juveniles. Alimentados por los comerciales que invitan a desear el “tener” como meta final en la vida, y siguiendo el ejemplo de muchos mayores que se sirven de la corrupción en distintos niveles para lograr esa meta consumista, gran cantidad de jóvenes buscan la manera fácil de hacer dinero y poder satisfacer las necesidades artificiales creadas por los medios de comunicación que, en poco tiempo, se transforman en necesidades reales. Esta manera fácil de hacer dinero se aleja de la moral, partiendo de hurtos y pequeños robos, pasando por la prostitución y la drogadicción, hasta convertirse en asesinos. Esta juventud en situación de riesgo está gravemente herida y son pocos los verdaderos cirujanos que estén tanto formados como dispuestos a trabajar con ella.

No es fácil ser joven hoy en día con todo ese panorama. Debemos agregar una carga que le ha impuesto la sociedad a esta generación joven: la idealización de la juventud. Se olvidan los “adultos” de la cantidad de problemas internos que trae consigo el ser joven (recordemos que es la etapa de la identificación y demás), y se piensa en la juventud como la etapa en la cual se está libre de responsabilidades, se puede hacer lo que se desea y sobre todo, en una sociedad donde las apariencias exteriores son lo más importante, disfrutar del propio cuerpo. Surge así el culto al cuerpo joven, pero no a cualquier cuerpo; aquél que se propone como modelo femenino será el típico 90-60-90, aunque físicamente sea inalcanzable para algunos sectores culturales. Tanto hombres como mujeres idealizan esa etapa de la vida y prestan tanta atención al propio cuerpo que se olvidan de vivir otros aspectos de la vida. El mismo problema une a las diversas generaciones: aparentar un cuerpo perfecto; mientras los jóvenes van al “gimnasio” para superdesarrollar sus músculos y algunas chicas son víctimas de la anorexia, los adultos esconden los signos del tiempo mediante tintes, cremas contra las arrugas, dietas y demás. No digo que no sea importante mantenerse físicamente sano, mas afirmo que la no aceptación del propio cuerpo por no responder al patrón globalizante está trayendo serios problemas psicológicos a los jóvenes. Pero ¿quién dice cómo es el cuerpo perfecto? ¿no es todo cuerpo creación de Dios y, por lo tanto, perfecto?

Como resultado de todo esto, encontramos una generación hedonista. Ante esa idea social de la ausencia de responsabilidad histórica de la juventud, los mismos padres (muchas veces para ganar el “afecto” de sus hijos) les invitan a vivir pensando en ellos mismos como centro del universo. Una generación donde lo más importante es vivir para satisfacer el propio placer, sin comprometerse con las consecuencias (generación light) ni pensar en el futuro. Aquellas palabras enseñadas por el prof. John Keating a su grupo predilecto de alumnos en el clásico del cine contemporáneo “la Sociedad de los Poetas Muertos”[13], carpe diem (vive el día), han pasado al extremo: de pensar solamente en el futuro, se ha dado paso a vivir radicalmente el presente sin dar cabida a la idea del mañana, sin un proyecto de vida que sea cónsono a la historia personal, social y de salvación. Carpe diem arriesgando todo, incluso la propia vida en emociones fuertes que se transforman en deportes de alto riesgo: parapente, benji, carreras a alta velocidad, etc. Es probar la sensación del suicidio sin sumergirse en las aguas de la muerte. Es trasladar a la realidad el videojuego, olvidando que no hay un botón de “reset” para comenzar nuevamente, una vez que hayamos perdido “las vidas” del héroe ficticio. Vivir para sentir la emoción...

 

3.2 Los cuatro espacios de socialización juvenil: la música, el grupo, la noche y el sexo.

            Ciertamente existe un mito de la juventud homogénea. No todos los jóvenes son iguales, ni presentan todas las características que hasta ahora hemos visto; en algunos, estas características están presentes en mayor o menor grado, en otros están latentes y escondidas. Sin embargo, recuerdo aquí lo que afirmábamos al principio, en su base los jóvenes tienen “sentimientos” similares, aunque las formas culturales de expresión sean diversas.

            Existen cuatro espacios donde estos “sentimientos” juveniles se hacen presente; son espacios donde los jóvenes pueden ser ellos mismos, en libertad, logrando de una u otra forma una socialización de los valores que surgen en las distintas culturas juveniles. Estos espacios son la música, el grupo, la noche y el sexo.

 

La música

            El joven, como todo grupo social, necesita tener claves propias que le permita entrar en contacto entre sí. Son símbolos que se constituyen como tales porque expresan el “sentimiento” común de esa generación. Al vivir en un mundo saturado de ruido que no le permite escuchar ni escucharse, y verse lleno de tal cantidad de información que no tiene oportunidad de reflexionar, surge la necesidad de identificarse de manera fácil y rápida con otros, crear un lenguaje que sea de difícil decodificación para las demás generaciones, manteniendo un cierto sentido de intimidad y complicidad a la vez.

            Surge un arte juvenil que se expresa en la forma más simple y universal: la música. Es por ese medio como el joven busca llenar “las actuales necesidades de detenerse, de evadirse y soñar, de equilibrar fraudes o vacíos de otro tipo, que cubre el déficit de encantamiento y poesía que padece este mundo material cada vez más desencantado”[14].

            Es un arte propio, donde se expresa tanto por la armonía de los sonidos como por la poesía del mensaje, lo más profundo del ser, la propia problemática existencial, la “marca” generacional que dentro de lo más antiguo del ser humano se renueva en cada persona, por lo que adquiere nuevos ritmos y palabras.

            Lamentablemente, quienes manejan la maquinaria económica en occidente, también han querido aprovecharse de esta fuente de dinero. Surgen verdaderos artistas musicales que logran captar el sentimiento de su generación, y aparecen quienes prostituyen este arte para lograr vender[15]. Así se pierden las canciones de protesta, los ritmos que fusionan lo autóctono, la profundidad del joven que aún aglomera a muchos, a causa de la economía da paso a las letras sin sentido y los ritmos repetitivos que distraen el alma de su verdadero problema. Los mensajes se convierten en “mantrax” que refieren a la sexualidad, ritmo y letras se somatizan en bailes que expresan cada vez con mayor fuerza la angustia y la violencia reprimidas. Aún en algunas culturas se preserva la gracia del baile juvenil y la sugestión de la música para expresar los dones de la vida recibida.

 

El grupo 

            No me detendré mucho en este aspecto, ya que es conocida por todos la necesidad del joven de estar en un grupo. Es allí donde él puede interactuar con otros, donde comienza a conocer gente nueva y aprende a ser él mismo.

            El grupo de jóvenes normalmente es el espacio donde el joven se enfrenta por primera vez al otro. Allí no hay una referencia ni interferencia adulta[16]. Allí se pueden caer las caretas colocadas en el hogar, colegio, etc, para colocarse otras nuevas que le ayuden a enfrentar al grupo juvenil.

            En todas las culturas el joven se agrupa. Surgen bandas, patotas, grupos... ya sean con una estructura formal (grupo scout, grupo juvenil de la Iglesia, grupo ecológico, equipo deportivo...) o sin estructura formal aunque con una dinámica interna propia (grupo de la escuela, grupo del barrio o asentamiento...). Si se desea comprender la realidad que vive un joven específico, se deben conocer las relaciones de grupo que vive.

            Un grupo de jóvenes compartirá el mismo estilo de música, símbolos y lenguaje. Para hacerse parte del grupo, el joven tendrá que aprender estos estilos.

La noche

            Antropológicamente la noche ha sido desde siempre un espacio privilegiado para el ser humano. Ante la oscuridad y el resaltar de los astros que invitan a contemplar el cielo, el hombre se siente pequeño y se crea un clima para la intimidad.

            La noche es así un espacio para la libertad, para romper la rutina del día para caer en la rutina de la noche. Marca la dialéctica día (responsabilidad) y noche (libertinaje). Es en la noche, luego del estudio o del trabajo, cuando se puede encontrar con el grupo o con su pareja, para disfrutar del tiempo libre. Es en ese espacio donde se visten a su estilo, haciendo gala de la moda. La noche marca el cambio, tan frecuente en el joven de hoy: allí deja de lado los diversos roles para asumir aquél que la sociedad le ha designado al joven.

El sexo

            Tal vez el término espacio no está bien aplicado al sexo, sin embargo hoy en día los jóvenes lo encuentran como un espacio más donde encontrarse. Explico la afirmación anterior. Los medios de comunicación han exaltado de tal manera la genitalidad, que se ha creado la falsa teoría que relaciona la felicidad con el número de parejas que se ha tenido[17].

El sexo es tema de conversaciones íntimas entre los “panas”, ya que surgen dudas e inquietudes que no pueden ser tratados con los mayores por ser este un tema tabú, tanto a nivel social como religioso.

            Por otra parte, ante la carencia de una pedagogía de la expresión afectiva mediante el cuerpo, en muchas culturas los jóvenes reciben el mensaje que el cuerpo es únicamente utilizado para la relación sexual. Así la represión se convierte en un flujo desbocado de las fuerzas afectivas. Sin embargo, sí hay una estructurada pedagogía que podríamos denominar genital: debido al sida y a la política de disminución de la procreación en los países del llamado tercer mundo, cada vez son mayores los esfuerzos de los países por implementar programas que enseñen a los jóvenes a utilizar métodos anticonceptivos o de protección genital. Aquí también se disocia cuerpo de espíritu, se olvida introducir la relación entre la sexualidad y la afectividad.

            Para estos jóvenes, la relación sexual no implica el sello de una alianza con vistas a la eternidad, ya que no hay concepto de futuro. Es la expresión máxima del amor, comprendiendo esta última expresión como el sentimiento más que el sentido último de la vida[18].  El concepto pareja toma gran importancia en la sociedad, ya que el otro se presenta como una alternativa para llenar la soledad existencial. En muchas ocasiones, cualquiera de los dos componentes de la pareja es un objeto de triunfo para el otro y un signo de estatus social.

            Un gran problema que aumenta cada día más a causa de la carencia de modelos para los jóvenes, es el de la homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres. Son muchas las razones por las cuales surge este fenómeno, la mayoría de ellas tienen base en la vida afectiva del joven desde el momento de su gestación, pero no podemos obviar algunas que también son fisiológicas. Aunque aclaramos que estas últimas son las que menos se presentan, según expertos en la materia.

            El sexo también se convierte en un mercado. La pornografía que llega a manos de los jóvenes, ya sea por medios impresos, audiovisuales o electrónicos; el aprovechamiento que hacen estos mercaderes de los jóvenes para realizar estos productos pornográficos; la prostitución juvenil tanto de varones como de hembras que puede comenzar por espectáculos de striptease, ofertas de compañía, masajes, etc; la venta de preservativos al estilo “auto servicio” tanto en las calles como en los locales nocturnos que frecuentan los jóvenes, todas estas son ejemplo de lo rentable que puede ser este mercado.

            Cualquier labor que se desee realizar para dar un sentido justo a la sexualidad en la vida del joven, se encontrará con la dificultad de la pérdida de identidad de este último sujeto.

 

3.3  El joven en búsqueda del yo perdido

            El sentido de lo inmediato y el ser objeto sin haber sido nunca sujeto, hace que el joven se encuentre en una maraña de inestabilidad a todo nivel. Esta inestabilidad se encuentra sustentada por la pregonación de la tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia, lo que equivale a afirmar el sin sentido de la misma.

            El joven está perdido en un mundo que lo ha cosificado. Su ser no encuentra un espacio para desarrollarse. Las maquinarias políticas, económicas y sociales, son tan pesadas que todo reto que surja para el joven es impensable. Comienza una búsqueda para la que no tiene herramientas ni está preparado: la propia identidad.

            Ante una sociedad que no da oportunidad de autorrealización, pero que la propone como única vía para alcanzar la felicidad, encontramos una serie de jóvenes profundamente heridos en su autoestima. Esto es producto de continuas frustraciones por no poder alcanzar la propuesta irreal hecha por otros; es consecuencia de una inestabilidad afectiva causada por la inestabilidad familiar. Ciertamente, mientras muchos se constituyen en luchadores porque son capaces de enfrentar una y otra vez las dificultades, otros se limitan solamente a vivir el día y dejarse llevar por la corriente.

            Ante tantos papeles que cumplir (hijo, novio o esposo, trabajador, estudiante, padre, joven...) el joven está fracturado en su interior y le es difícil hacer de sí una misma persona que cumpla con toda la carga sin traicionar alguna de sus partes. Podríamos decir que esta fractura consiste en una lucha interior de valores que se hace continua debido a la ausencia de una escala real de valores que le ayude a guiar su vida.

            La juventud es la época de comenzar a hacer síntesis de la propia historia, para aceptarla y asumirla. Pero no se logra esto espontáneamente. A lo largo y ancho del planeta se escucha el mismo grito de los jóvenes: ¡Queremos que nos acompañen a crecer!  Y me dirán ustedes que esto suena inconsecuente con lo que hemos dicho anteriormente. No es incoherente, lo que sucede es que tenemos que escuchar bien lo que se nos está pidiendo: ¡Queremos que nos acompañen a crecer!  Quieren adultos que sean compañeros, no jefes, ni guías, ni superiores... verdaderos compañeros que sean capaces ante todo de escuchar... Ellos han oído tantas cosas que quieren ser escuchados... No buscan soluciones de nuestra parte, ni que les indiquemos el camino, ni que las sepamos todas; quieren que les acompañemos para que ellos mismos encuentren la solución... No quieren que seamos palabra; buscan en nosotros vida y afecto...

            Sí, ante una generación que afectivamente está deshecha porque así lo han recibido de sus padres; ante unos jóvenes que no han aprendido lo que es ser familia porque se les enseña por todos los medios que lo más importante es ser pareja; frente a aquellos que han carecido de verdaderas expresiones de afectos, convirtiéndose en minusválidos afectivos, ante todos estos nosotros estamos llamados a ser verdadera imagen del Padre.

            Pero toda esta carencia de experiencia afectiva ha hecho que el joven de hoy sea más sensible a la realidad social y a la naturaleza. Pero no pasa muchas veces de ser una sensibilería porque no es capaz de convertir los gritos y lágrimas en compromiso. Como respuesta del ejemplo recibido por sus progenitores, estos jóvenes son unos descomprometidos. Aunque también los hay altruistas que son capaces de darlo todo por un amor filantrópico.

            Todo joven está lleno de un gran sentido de generosidad. Los proyectos individualistas han logrado mellar esta generosidad, pero no han acabado con ella. Estoy seguro de que si logramos entusiasmar a un joven con un ideal que le apasione, él luchará sin medir las consecuencias por alcanzarlo.

            También encontramos que como una reacción ante tanto stress existente, redescubre el sentido de la meditación. Aparta tiempo para sí, para entrar en su interior. En esa sensibilidad por el otro y por el encuentro en profundidad consigo mismo, surge la necesidad de encuentro con el Trascendente.

 

3.4 El joven se acerca a Dios pero se aleja de la Iglesia

            Ya hemos visto las características de la Nueva Era. Pienso que el movimiento religioso actual de los jóvenes, en cualquier parte, se ajusta bastante a aquellas características. Sin embargo, es necesario reformular algunas de ellas para darles la importancia debida en este apartado.

o         Aceptamos a Dios pero no a los curas ni a la Iglesia: Esta es una constante que cada vez se repite con mayor frecuencia. Los jóvenes que se dicen creyentes no asisten a la Iglesia sino en los momentos clave de su vida: bautismo, primera comunión y matrimonio... Las experiencias son fundamentales para estos jóvenes, y con respecto a la Iglesia, lamentablemente en su mayoría, han sido desagradables. Ellos no poseen el criterio mínimo suficiente para distinguir entre un sacerdote y todos los demás, así que basta una mala experiencia para que todos caigan en el mismo saco.

Duele constatar que los jóvenes no se sienten acogidos en nuestras Iglesias. Así lo ha afirmado una joven: “Son muy pocos los sacerdotes que saben escuchar”[21].

Por otra parte, la liturgia no es comprendida por la mayor parte de los jóvenes y la sienten lejana, desadaptada a la realidad que viven, tediosa... en fin, una propuesta que ante el mercado religioso actual es poco atractiva.

El panorama religioso que se ha presentado parece tener las raíces en una evangelización que no ha tomado en cuenta la realidad juvenil, dejando fisuras por las que penetran otras “experiencias” pseudoreligiosas[22]. Este es un reto que se presenta para el futuro de nuestros apostolados.

 

4.       Cuando el futuro es presente: Esperanzas de los jóvenes

Cuando me encontraba en el noviciado, en el año 1993, uno de los novicios hizo la siguiente observación al entonces padre general, Karl Hoffmann: “Los jóvenes no somos el futuro de la Sociedad del Divino Salvador, somos el presente”. Pienso que esta frase expresa la lucha de todas las generaciones jóvenes de los últimos 50 años de historia por participar activamente en el cambio social.

A pesar de todo el panorama que hemos visto de la realidad juvenil, cada día me convenzo más de que los jóvenes viven en un cierto estado de inocencia social. Ellos quieren aportar a su historia, aunque no sepan cómo, ni tengan sentido de lo que ello significa. Ellos quieren ser sujetos sociales que tengan una labor concreta, un aporte. La juventud continúa siendo conciencia social porque aún, desde esta inocencia, hacen preguntas desestabilizadoras y exigen radicalidad de vida; no importa que ellos no estén dispuestos a vivir radicalmente, pero lo esperan de nosotros.

Creo que en todo el panorama presentado, el joven ha sido más víctima que culpable. Víctima porque la sociedad lo ha manipulado y lo continúa haciendo. Víctima porque no encuentra quién pueda ayudarle a salir de este estado. Y en muchos casos no es culpable porque no tiene la conciencia formada. Una muestra de este ser víctima es la siguiente: los jóvenes que logran escapar de las grandes ruedas de la maquinaria social, aquellos pocos que han gozado del calor familiar o han encontrado a alguna persona que le ha mostrado el rostro del verdadero Dios, ellos tienen fuerzas para luchar y transformar el mundo.

José Luis Moral nos ha lanzado la siguiente pregunta: “Los jóvenes ¿futuro imperfecto?”[23]. Yo creo definitivamente que son un presente que tiende a ser un futuro perfecto. Son presente porque ellos tienen la fuerza para construir desde ahora sus proyectos. Tienden a ser futuro perfecto porque son afirmación de la construcción del Reino.

Pero para que esto pueda suceder, debemos escucharlos. Quiero presentarles ahora qué es lo que los jóvenes latinoamericanos temen y esperan. Ha sido una tarea ardua de más de dos años recoger por toda América Latina estos temores y sueños, base del 2do Congreso Latinoamericano de Jóvenes[24]. Y a pesar de que muestran la realidad de un subcontinente, creo que pueden extrapolarse hasta las demás realidades continentales; ustedes son quienes mejor que yo podrán afirmar o negar lo que aquí se encuentra.

 

4.1 Lo que el joven espera de sí mismo

Los jóvenes temen:

Ø       La pérdida de su identidad por la crisis de valores y la falta de perspectivas de futuro que genera el modelo social;

Ø       No realizar sus sueños y proyectos de vida;

Ø       No ser aceptados y valorados como personas por su grupo de iguales;

Ø       Enfrentar el dolor y la frustración;

Ø       Perder su identidad particular en una sociedad globalizada.

Los jóvenes sueñan con una generación joven:

Ø       Libre, auténtica, solidaria responsable, comprometida, y protagonista para transformar su propia realidad;

Ø       Que construya un proyecto de vida integral coherente y abierto a la trascendencia;

Ø       Con una conciencia crítica que le ayude a revalorizar su identidad y su cultura y que la libere del consumismo;

Ø       Esperanzada y esperanzadora.

 

4.2    Lo que el joven espera del entorno social

Los jóvenes temen:

Ø       A la exclusión dentro del sistema social y económico injusto que les cierra posibilidades de educación, trabajo y participación social;

Ø       a las situaciones de desempleo, corrupción, violencia y pobreza generalizada, que son generadas por un sistema neoliberal

Ø       a la ausencia de valores que los sostenga en sus ambientes de vida cotidiana: familia, escuela...

Los jóvenes sueñan con una sociedad:

Ø       Democrática, justa, solidaria, participativa, en fin, una sociedad cristiana que logre el desarrollo integral de la persona humana, especialmente de los más pobres;

Ø       Que promueva modelos de realización personal; cuyo fundamento sea la dignidad de las personas;

Ø       Respetuosa y abierta a sus ideas, aportes, competencias y necesidades, permitiéndoles ser protagonistas reales del cambio;

Ø       Que revalorice su identidad autóctona y que favorezca la integración de los pueblos;

Ø       Que privilegie la familia, en la cual se pueda desarrollar la dimensión comunitaria y trascendente de la persona;

Ø       Que haga opciones por la defensa y el cuidado del medio ambiente.

 

4.3    Lo que el joven espera de Dios y de la Iglesia

Los jóvenes temen:

Ø       La indiferencia de la Iglesia ante la realidad juvenil de nuestros pueblos;

Ø       La incoherencia de la Iglesia en el proceso de integración de la fe y la vida;

Ø       No encontrar en la Iglesia respuestas que les ayuden a orientar sus vidas;

Ø       A una Iglesia institucionalizada, centrada en ella misma, autoritaria, sin una presencia testimonial y transformadora en los ambientes juveniles;

Ø       Que la Iglesia se distancie de la opción por los jóvenes y los pobres;

Ø       A las exigencias del compromiso cristiano.

Los jóvenes sueñan con una Iglesia:

Ø       Que cumpla su misión profética y que dé respuesta a la realidad del joven y del pobre, brindando testimonio auténtico de Cristo como centro de nuestra vida;

Ø       Auténtica, coherente, unida, acogedora, renovada, cercana y encarnada en la realidad;

Ø       Que viva en comunión, donde los pastores practiquen con más fuerza la humanidad, el servicio y el diálogo, favoreciendo un mayor protagonismo del laicado;

Ø       Donde los pastores asuman afectiva, efectiva, inmediata y realmente la opción preferencial por los jóvenes;

Ø       Celebrativa desde la cultura y vida juvenil.

 

5.       Conclusión

Como se ha visto, estamos ante una generación juvenil que necesita ser acompañada en su desarrollo personal a todo nivel. No están listos estos jóvenes para recibir una propuesta vocacional en ninguno de sus aspectos (recordemos la máxima: quien no sirve para el matrimonio, tampoco sirve para la vida religiosa...).

El problema fundamental se puede ubicar en los siguientes puntos:

o        Incapacidad de autodonación;

o        Poca o ninguna visión de futuro;

o        Fragmentación interior;

o        Minusvalidez afectiva;

o        Exceso de maleza ante la planta de la Evangelización.

Es de gente sin esperanza el contentarse con decir: “esta generación no tiene apertura a la llamada vocacional”. Es de mediocres tirar la toalla y repetir la frase trillada: “es que los demás tampoco tienen vocaciones...” Y, sobre todo, no es de cristianos echar por borda el futuro de la congregación porque no nos entendemos con los jóvenes.

Es cierto que nos ha tocado una etapa difícil de nuestra historia. También es verdad que hablamos un lenguaje diverso al que hablan los jóvenes y se nos dificulta la comunicación. Pero no es menos cierto que es de salvatorianos verdaderos afrontar retos, así como lo ha hecho en todo momento el P. Jordán, buscando con todos los medios la salvación de todos[25].

Quiero terminar citando a dos grandes santos del trabajo con los jóvenes: San Juan Bosco y San Marcelino Champagnat.

Juan Bosco decía siempre cuando se refería a la formación de jóvenes: “Amen aquello que aman los jóvenes y ellos aprenderán a amar lo que ustedes quieren que amen”. Y parafraseando al P. Champagnat podemos decir: “Para educar a un joven, hay que amarlo”[26].

No es la generación juvenil que recibimos la ideal para un trabajo de animación vocacional. Pero me pregunto si estamos dispuestos a amarlos, a amar su realidad y proponerles los sueños que nuestro Salvador ha tenido desde siempre para ellos.

 

Néstor A. Briceño L, SDS

Roma, 4 de octubre de 2001

Día de San Francisco de Asis



[1] Cuando el Jordán escribe esta frase tiene 30 años. Su búsqueda vocacional parte de la realidad que él vive como joven.

[2] GS 53: “Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano”.

[3] Briceño, N. “Formación de Asesores de Pastoral Juvenil: Construcción Teórica Colectiva. (Trabajo de Grado para optar al Título de Magíster en Educación, Mención Procesos de Aprendizaje). Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2001, 27.

[4] GARCÍA PAREDES, J.C.R. Dentro de la Globalización: La identidad compleja de nuestros Institutos. Situación, Luces, Orientaciones. Unión de Superiores Mayores, Roma, 2000, N° 18.

[5] Este fenómeno no es nuevo, siempre ha existido; basta con mirar la historia de las conquistas para darse cuenta de ello.

[6] LÓPEZ DE LA OSA, J.R. Asumir la Pluralidad Cultural y Religiosa en Misión Joven 291 (2001) 5-12.

[7] CASTAÑEIRA, A. Identidades Culturales e Interculturalidad en Misión Joven 291 (2001) 15-22.

[8] Para profundizar este aspecto de la postmodernidad, se puede consultar el resumen que sobre ella se realizó en: BRICEÑO LUGO, N. Los Pobres como Criterio Fundamental para la Formación Moral de los Jóvenes. Trabajo para el ITER, 1997.

[9] Para profundizar este aspecto del Neoliberalismo se puede consultar: BRICEÑO LUGO, N. Neoliberalismo frente a Cristianismo. Tesina de Filosofía del ITER, 1994. Allí se encuentra una amplia bibliografía sobre el tema.

[10] SEMILLÁN DE DARTIGUELONGUE, J. Iluminación desde las Ciencias Sociales en AAVV. Documento “Punta de Tralca”. II Congreso Latinoamericano de Jóvenes. CELAM, 1998.

[11] El Concilio Vaticano II, en su Mensaje a los jóvenes, se refiere a Cristo como el “eternamente joven”.

[12] El piercing es una especie de zarcillo que se usa en cualquier parte no convencional del cuerpo. Va desde la perforación hecha en la nariz, pasando por la lengua y el ombligo, hasta llegar a los genitales.

[13] WEIR, P. “Dead Poets Society”. Touchstone Pictures. 1989.

[14] GONZÁLEZ BLASCO, P. Características de los jóvenes españoles,  en Misión Joven 281 (2000), 5-14, 7.

[15] En mi juventud, así como tantos otros jóvenes, también pertenecí a una banda rock. Era este el espacio para nosotros; éramos libres, éramos nosotros mismos. Sin embargo, mucha gente no entendía por qué tener este grupo musical si no nos preocupábamos de hacer grandes conciertos o de ganar dinero con ello... Sencillamente, era nuestro hobby y lo que nos ayudó a ser quienes somos hoy.

[16] Al menos eso creen los jóvenes...

[17] Un ejemplo muy claro de esta situación es la serie televisiva “Sex and the City” (HBO, 1998) ganadora de algunos premios Grammy, donde las cuatro protagonistas narran sus experiencias sexuales con parejas que cambian en cada capítulo.

[18] No entramos aquí en la discusión de lo que es el amor, sin embargo ese es el concepto que surge de la experiencia que muchos de ellos tienen.

[19] Una interesante discusión sobre el sentido del mito en las religiones se encuentra en CÍA, D. El poder narrativo de la “historia de las religiones”: Potencial cognitivo y experiencial de las religiones.  En  Misión Joven 291 (2000) 23-32.

[20] Sobre todos estos aspectos de la oración del joven creyente y no creyente, Cfr. VELASCO, J.M. Crisis de las religiones y presencia de la oración entre los jóvenes en  Misión Joven 290 (2001) 15-23.

[21] En la investigación realizada en Venezuela para preparar el II Congreso Latinoamericano de Jóvenes, fue frecuente encontrar frases como la aquí citada. Cfr. El Joven, la Sociedad y la Iglesia. Es un mismo trabajo pero en tres diversos niveles: Movimiento Gaviota (abril 1998), Coordinación de Movimientos (mayo 1998), CEV (julio 1998).

[22] Cfr. CATALÁ, T. Introducirse en las fisuras de nuestra cultura para evangelizar en Misión Joven 281 (2000) 27-32/49-50.

[23] MORAL, J.L. Los Jóvenes: ¿Futuro Imperfecto? en Misión Joven 286 (2000) 3

[24] En los tres apartados siguientes he querido presentar nada más las conclusiones a las que llegamos los 900 delegados en este Congreso. Luego el Celam nos reunió a un pequeño equipo para realizar el libro que recoge los detalles del Congreso. Aquí me limito a copiar dichas conclusiones. Cfr. AAVV. Documento “Punta de Tralca”. II Congreso Latinoamericano de Jóvenes. CELAM, 1998.

[25] Una de las mayores preocupaciones del P. Jordán era la formación religiosa de los jóvenes. Así lo atestigua en el Diario Espiritual (I,XIV,11): “¡Qué ignorancia de los hombres en las cosas divinas! ¡Un libro, a modo de catecismo, bien ilustrado, atractivo y a buen precio destinado a los jóvenes recién salidos de la escuela elemental! En él deberían insinuarse también las cosas espirituales más sublimes y contener ejemplos de los santos etc. Cada libro debe llevar impreso el sello de la Sociedad.”

Y más adelante (I,XV,85) se preocupa del contacto con los jóvenes: “Un pastor de almas debe procurar mantener también el contacto con los jóvenes que han dejado sus estudios.”

[26] La frase original de Marcelino Champagnat es: “Para educar a un niño, hay que amarlo”.